JUAN JOSE AYUSO
-DE EL NACIONAL, VESPERTINO DOMINICANO-
El presidente Fernández es un político con visión institucional de futuro. Es lo que se deja ver y lo que asegura más de un analista.
El inmediatismo y la improvisación, modelo de la clase dominante y de la clase media proyectados a las masas y por ello característica de la mentalidad, no hace excepción con los políticos.
El desorden institucional cuyo principal reflejo es más de cuarenta modificaciones o cambios de la Constitución, es atribuible al inmediatismo y a la improvisación de políticos.
Y de ahí en adelante.
Se entiende que el presidente Fernández no es conmilitón de esa cáfila y el país de hoy y de mañana, en esta segunda oportunidad de mando que le confirió con un apoyo sin precedentes en la reciente historia electoral, tiene la oportunidad de recibir los beneficios del ejercicio de un político con visión institucional de futuro.
Resultaría lo más cómodo para él ‑lo que caería en lo inmediatista e improvisador‑ partir del análisis de los factores del momento y establecer con claridad y seguridad que su victoria y la de su partido en las elecciones de 2008 no tiene mucha discusión.
Lo difícil, que no lo es tanto si se sabe o supone que es un político con visión institucional de futuro, es aceptar que la democracia incipiente necesita de la alternabilidad, que otro candidato idóneo del Partido de la Liberación tendría también asegurado el triunfo en esas elecciones y que, de hacerlo así, se fortalecerían sus posibilidades de volver al poder para un tercer mandato en 2012.
Con las ventajas de que ese candidato, Danilo Medina, pudiera hacer un gobierno pragmático de buenos resultados, que los precios del petróleo pudieran seguir en baja y que se habrá superado ya en gran parte las dificultades de la crisis de la quiebra fraudulenta de Baninter en 2003.
De acuerdo con el análisis de la historia, la principal dificultad que debe superar un presidente no es la tarea de una oposición más o menos activa y más o menos radical sino las mieles y los cantos de sirena de gente cerca del poder cuyo único objetivo ‑inmediatismo e improvisación‑ es el enriquecimiento.
Ese coro de "áulicos" ‑comerciantes y beneficiarios del poder‑ de tanto elogio y tanto canto de sirena consigue no sólo obnubilar el razonamiento de los presidentes sino narcotizarlos con la ilusión del reinado absoluto del mando y del continuismo.
Si el presidente Fernández es un político con visión institucional de futuro, si aprendió las lecciones de moralidad y ética de Juan Bosch y si recuerda la soledad palaciega de junio, julio y agosto de 2000, el coro de los mercachifles no hará eco en su espíritu.
Y dará un ejemplo de esa visión. Que como quiera, el triunfo del PLD sería suyo también, y de manera principal.
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