viernes, noviembre 03, 2006

El día en que muera Castro

El informe de Oppenheimer
ANDRÉS OPPENHEIMER
-DE EL LISTIN DIARIO, MATUTINO DOMINICANO-


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SAO PAULO, Brasil.- El día que se muera el presidente vitalicio de Cuba, Fidel Castro, cuando sea que eso ocurra, varios países latinoamericanos enviarán sus más sentidas condolencias a la isla, y al mismo tiempo pedirán una apertura democrática. Lamentablemente, el país más grande de Sudamérica no estará entre ellos.
Antes de contarles por qué Brasil probablemente se quedará mudo en lo que hace a pedir libertades políticas en Cuba, permítanme compartir con ustedes lo que estoy escuchando en círculos diplomáticos latinoamericanos. Según me dicen varios embajadores, cuando Castro fallezca por lo menos media docena de países de la región incluirán una línea en sus mensajes señalando que la muerte del presidente cubano cierra una era en la historia cubana, y debería abrir otra.
Algunos de ellos, como Costa Rica o El Salvador, probablemente pidan abiertamente reformas políticas. Otros, como México, Perú, Colombia y Chile, probablemente hagan lo mismo más sutilmente. Dirán que Castro será recordado como un gran defensor de la soberanía cubana, y que esperan que Cuba inicie ahora un período de reconciliación nacional - una forma elegante de decir que llegó la hora de permitir libertades escenciales. Sin embargo, esta semana, tras la victoria electoral del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, le pregunté en una entrevista a su principal asesor de política externa - y presidente del gobernante Partido de los Trabajadores - Marco Aurelio García, si Brasil se unirá a los países que pedirán una apertura en Cuba. Y su respuesta fue un categórico “no”.

García, que también fue el jefe de la campaña de reelección de Lula, me señaló que “Brasil no va a pedir eso. Te voy a decir lo que Brasil va a pedir: Brasil va a pedir que se deje a Cuba resolver sus problemas. Yo creo que lo mejor que puede pasar es que Cuba pueda resolver sola sus problemas. Eso significa que no se hagan presiones desde afuera”.
¿Porqué?, le pregunté. Hay principios internacionales que exigen la defensa colectiva de la democracia. Además, cuando en Brasil había dictaduras de derecha, ¿acaso García y sus compañeros que ahora están en el gobierno, y que entonces estaban escondidos o en el exilio, no pedían una presión internacional para lograr una apertura política en su país?

“Yo estoy absolutamente convencido de que presiones foráneas son muy malas’’, respondió García. “Y más en un país que tiene un sentimiento nacional muy fuerte”.
¿Cómo saber cúal es el sentimiento nacional de los cubanos?, le pregunté. ¿Cómo saberlo si Cuba no ha permitido una elección en más de cuatro décadas, y no hay libertad de expresión?
“Bueno, ahí no seremos nosotros los que vamos a decir cómo debe Cuba resolver sus problemas. Déjame decir concretemente lo siguiente: ahí tenemos una divergencia con Estados Unidos”, respondió García.
Está bien, respondí. No estoy diciendo que Brasil debiera apoyar el embargo comercial de Estados Unidos a la isla. ¿Pero por qué no hacer como México y las democracias europeas, que hacen las dos cosas: oponerse a las sanciones económicas de Washington a Cuba, y al mismo tiempo a la represión política de La Habana sobre su propio pueblo?, pregunté.

Sin salirse de su línea, García admitió tácitamente que espera ver cambios políticos en la isla tras la desaparición física de Castro. “Yo creo que eso se resuelve si nosotros no hacemos presiones desde afuera. A mi juicio, esa es la tendencia normal. Cuba va a tener su proceso político. Es normal que exista una evolución política en el país”, dijo García. “Obviamente la muerte de Fidel crearía circunstancias nuevas, teniendo en cuenta que ejerce un liderazgo indudable en el país”.
Agregó: “Creo que la sucesión no sería simplemente una sucesión, sino que traerá consigo otras cuestiones de naturaleza política. Pero lo que a nosotros nos preocupa mucho es que si se suman muchas presiones, incluso los objetivos que algunos persiguen van a ser más difícil de ser alcanzados”.

Mi opinión: no estoy de acuerdo. García tiene razón en que presiones demasiado burdas, o punitivas, serían contraproducentes. Pero creo que sería de gran ayuda para la oposición pacífica en Cuba que los países latinoamericanos hagan presiones positivas, sugiriendo respetuosamente que la muerte de Castro abrirá un nuevo período en la historia cubana, y ofreciendo ayuda económica condicionada a una gradual apertura democrática.
Un viejo dicho de la revolución mexicana dice que “no hay general que resista un cañonazo de 50 mil dólares”. Pues bien, creo que será muy difícil que los generales cubanos puedan resistir un cañonazo de 5 mil millones de dólares de la comunidad internacional para la reconstrucción de Cuba, a cambio de que la isla deje de ser un estado policíaco.


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