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ORLANDO GOMEZ TORRES
-DE EL NACIONAL, VESPERTINO DOMINICANO-
Lo ocurrido en estos últimos días en la Asamblea General de la ONU en la elección de los nuevos miembros no permanentes del Consejo de Seguridad, ha sido una verdadera tragicomedia. Pero sin duda alguna una cosa ha quedado clara, por fin el presidente Hugo Chávez ha chocado con la pared de la realidad. Venezuela se enmarcó en un desesperado intento por obtener un puesto en el Consejo de Seguridad este año con el fin de dar más relevancia en el plano internacional a los zapateos de Chávez, que hasta la fecha siempre han sido ignorados o desestimados por la mayoría de las naciones.
Este llamado de atención de Chávez implicó docenas de viajes por todo el mundo, en especial a países "problemáticos" como Irán, Siria y Corea del Norte, "acuerdos de cooperación" y el regalo de (hasta ahora estimados por la prensa internacional) cerca de mil millones de dólares a costillas del pueblo venezolano.
Previo a las elecciones, Venezuela decía poseer hasta 110 votos seguros, y ya había descorchado el champagne de la victoria. Hasta que llegó la realidad y le dañó el festejo. Los millones de dólares invertidos apenas le garantizaron unos 70 votos sólidos, viéndose constantemente derrotada frente a Guatemala, un país pobre que en dos años gastó por ese puesto en el Consejo unas 10 veces menos que Venezuela, aunque contó y cuenta con el sólido apoyo de Estados Unidos.
Para salvar la cara en un año de elecciones, Chávez ha tenido que polarizar las votaciones asegurando que es una batalla contra el "imperialismo", negarse a negociar por el momento (seguramente hasta después de sus elecciones internas) una salida, avergonzar nuevamente a los países miembros del GRULAC (o sea, nosotros los latinoamericanos) como grupo bárbaro incapaz de crear consenso aún cuando regiones más conflictivas como Africa y Asia lo han logrado, etc.
Chávez en su pataleo, afirma que haber impedido la elección de Guatemala es una victoria contra las imposiciones del imperio. La realidad es que Estados Unidos no tenía interés en estas elecciones hasta que Venezuela entró en la competencia, la meta de Estados Unidos es impedir que la Venezuela de Chávez ocupe un puesto en el Consejo de Seguridad indistintamente de quien lo ocupe (siempre y cuando no sea uno de los aliados regionales de éste), y ese objetivo lo han logrado, sólo para agrandar la herida en la política internacional chavista. El derrotado en la ONU ha sido Chávez, y no hay forma de salvar la cara de esto.
Y el país que paga los platos rotos en este caso es Guatemala. Una nación que tenía ya más de un año buscando votos antes que Venezuela entrara en la competencia, y, claro, es un país pobre que no representa rival económico para los petrodólares, y que por el ego desmedido de Chávez no va a poder ocupar por primera vez un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad.
Pero realmente hay que considerar, qué puede buscar en el Consejo un señor que fundamenta su política exterior en dividir internamente a sus vecinos, insultar abiertamente a líderes de otras naciones, oponerse a todas las posiciones ya consensuadas por la mayoría de países, activamente armarse propiciando más inestabilidad en la región, etc. El voto en la Asamblea General no es a favor o en contra de Estados Unidos, el voto es a favor o en contra de la racionalidad y funcionalidad de los órganos de la misma ONU.
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