Por: Rafael R. Ramírez Ferreira
Mayor General, E.N. (DEM)
"Al actuar, muévete siempre
entre la vivacidad de la serpiente
y la candidez de la paloma.
No hay nadie más fácil de engañar
que un hombre de bien.
Como nunca miente, cree
que siempre le dicen la verdad".
B.G.
La lealtad comprada suele normalmente tener mucho menos valor de lo que se paga por ella. Por eso muchos consideran que entre la mafia y los malhechores esa virtud es como una veleta al viento o por lo menos, pertenece al que mejor ofrezca en determinado momento.
Las cosas son más fáciles en la imaginación que en la realidad y, es de ahí que las lecciones vergonzosas y dolorosas que constituyen las indelicadezas hipócritas y malignas llevadas a cabo por los adlátere y beneficiarios de los narcotraficantes son los que más se graban en la memoria.
Actúan como altoparlantes, tele‑boca; radio bemba, en defensa y limpieza de las obras de los señores del narco. Sirven de enlace entre políticos serios, honestos y los amos de la droga, mediante reuniones y haciéndose tomar fílmicas y fotos con la finalidad de igualar el status político‑social de unos y otros.
Por eso, desde los tiempos de los tiempos se dice que al ojo sano le corresponde ver todo lo bueno y malo que es posible ver y no querer decir que quiere ver algo que en realidad no es. Estas son decisiones reservadas para si mismo.
Cuando hablo de reputación y honra, como si fuese el Mar Rojo cuando Moisés le ordenó abrir camino y dejar pasar al pueblo hebreo, del mismo modo pero, de una forma violenta y dolorosa, se me abre el corazón y cual volcán en erupción brotan los recuerdos de mi padre y la enseñanza que debe adornar la reputación de un hombre que se repute como serio, a decir: la discreción y la virilidad.
Como el último suspiro de un enfermo moribundo, pegajoso y nauseabundo, de la misma manera envuelve el ambiente cada vez que un beneficiario protector o como mejor le plazca a usted llamar, defiende y protege desde cualquier tribuna a los narcotraficantes con sus arcas repletas de dinero sucio a costa de la degradación moral y física del ser humano.
Lo vamos a combatir con inteligencia, con paciencia pero sin pausas, cuidando sobre todo a tomar favores de supuestos o reales amigos proclives o que se tenga la menor sospecha de ellos, sin humillar, sin dejarse humillar por ellos, pero mucho menos, despreciarlos con desdén, porque al final, aunque revienten, no van a dejar de hacer lo que hacen.
Podré ser necio y obstinado, como dicen algunos, al persistir en aferrarme con tenacidad a estos temas prohibidos, a estos temas tabúes como son el narcotráfico y la inmigración ilegal, poniendo en el orden de peligrosidad que usted considere para la seguridad nacional y la conservación de los principios que nos adornan como nación a cualquiera de estas dos amenazas que constituyen sin la menor duda el mayor desafió que en la actualidad enfrenta la sociedad dominicana. Pero, a pesar de esto, no podrán negar que aunque evidentemente tengo razón, aplico aquello de que si tengo dudas no discuto porque no tiene sentido. Al igual, si no tengo razón, sería una sin razón ponerme a discutir o defender una causa de manera hipócrita y falta de ética porque sé que no tengo razón y, la última razón o causa por la cual no discuto sobre estos temas es que si sé que tengo la razón, para que voy a discutir. En conclusión, no los discuto.
Por eso, aunque muchos no quieran y persistan en su hipocresía de querer tapar el sol con falsedades en cuanto al infame tráfico de ilegales hacia nuestro país y, la irresponsable actitud de muchos ante el ataque criminal de los que se benefician del narcotráfico, de manera insensible e irracional y, como nadie puede escaparse a su destino, reitero que continuaremos esta lucha con inteligencia, con mucha paciencia pero, eso si, sin pausa y mucho menos con cobardía. Prefiero recordar en estos momentos a Jorge Manrique y su Congoja: ?Ved qué congoja la mía,/ ved qué queja desigual/ que me aqueja,/ que me crece cada día/ un mal teniendo otro mal/ que no me deja;/ no me deja ni me mata,/ ni me libra ni me suelta,/ ni me olvida;/ mas de tal guiza me trata,/ que la muerte anda revuelta/ con mi vida.‑
E‑mail: rafaelpiloto1@hotmail.com
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