jueves, octubre 05, 2006

25 de septiembre de 1963

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BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO

(DE HOY, MATUTINO DOMINICANO)

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Pocas veces el pueblo dominicano ha sido dueño de su destino. Sólo en contadas ocasiones hemos sido tan libres como queremos, independientes como hemos logrado y soberanos como mandan la costumbre, la Constitución y las leyes.

Los acontecimientos iniciados el 24 de abril de 1965, en busca de la reposición de la Constitución de 1963, de un día a otro se convirtieron en una lucha de intereses de los norteamericanos contra el pueblo dominicano, cuya cabeza visible fueron militares que subestimaron la capacidad popular para imponer su voluntad.

Esos militares cegados por la posibilidad de enriquecimiento rápido, junto a la cúpula de la iglesia Católica, periodistas y comerciantes inescrupulosos, contrabandistas y evasores de impuestos, políticos frustrados y el gobierno norteamericano, se opusieron al movimiento constitucionalista que luchaba por el retorno a la constitucionalidad, a la democracia, al ejercicio pleno de la libertad, al derecho a vivir sin temor.

Eran los mismos que derrocaron el 25 de septiembre de 1963 el gobierno del Partido Revolucionario Dominicano, que encabezó Juan Bosch.

Entonces como ahora, se escudan en las sombras, en un eterno juego a la desmemoria que no debemos permitir.

Unos y otros grupos de intereses, persiguen el mismo fin, actúan en la escena nacional para que la historia no recoja la verdad de lo ocurrido entre el 25 de septiembre de 1963 y el 3 de mayo de 1965.

La parte sana del pueblo dominicano, la que creía y defiende el respeto a la voluntad popular, la que creía, luchó y defiende el respeto a la soberanía nacional, la que creía, cree y construye la democracia día por día, con su conducta, con su quehacer de vida pública y privada, produjo los hechos iniciados la mañana del 24 de abril de 1965.

El retorno a la constitucionalidad, proclamado por civiles y militares en Abril de 1965, recibió la oposición de quienes temían y temen rendir cuentas por el crimen de lesa Patria de interrumpir el orden constitucional, el fusilamiento extrajudicial y criminal del doctor Manuel Aurelio Tavárez Justo y sus compañeros en diciembre de 1963, la represión ilegal contra los movimientos populares de 1964, los presos políticos y los exiliados.

Esos grupos aún persisten y actúan con las mismas características, con personajillos diferentes, con histriones salidos de la chistera de un ilusionista de pacotilla, intentan opacar el brillo de la historia en un vano intento de que los hijos de la caverna impongan la mentira como verdad, en un ejercicio de titiriteros que aúpan a quienes traicionaron los principios que defendieron los grandes hombres de la Patria a través de la historia.

Hay que impedir que la mentira se imponga como “verdad”, como parte de la conspiración que se inició cuando el pueblo eligió al candidato del Partido Revolucionario Dominicano, el 20 de diciembre de 1962.

Las fechas estelares de la historia nacional, como el 25 de septiembre de 1963, no deben pasar desapercibidas, aunque los gobiernos hagan el juego a la desmemoria en efemérides como esas, por temor a señalar a los culpables de tanta traición a la voluntad popular, a lo que no sólo están acostumbrados sino dispuestos a repetir.

No lo permitamos.

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