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(DE HOY, MATUTINO DOMINICANO)
CÉSAR PÉREZMetro, cuando se habla de medio de transporte, es la forma abreviada que en la actualidad se utiliza para referirse a ese medio que en sus inicios se le llamó metropolitain o metropolitana, como aún se dice en algunas ciudades. Este último término es una alusión a su carácter y finalidad abarcadora del área metropolitana de la ciudad. Lo que se está construyendo en Santo Domingo es una simple línea que pasa por barrios en sostenido proceso de pérdida de población.
El metro no es un objeto o capricho de modernidad, es una red viaria que tiende a tejer los diferentes espacios de una ciudad. Cierto es que no es solamente a través una compleja red viaria que se puede tejer la trama urbana de una ciudad. La orografía de ésta, su forma, la lógica de su crecimiento y/o tamaño determina la cantidad o dimensiones de las líneas a través de las cuales se obtiene dicho tejido.
Lo que sí es una condición indispensable para que un metro cumpla su función de medio que abarata y hace más fluido el transporte de pasajeros, es que su trazado tenga un recorrido que permita enlazar tanto los otros medios de transporte (público y privado) como los diversos espacios de una determinada ciudad. El recorrido que se propone hacer la línea del metro de nuestra ciudad capital no cumple con esos requisitos. Por un lado, el trayecto propuesto tiene un flujo de pasajeros (público y privado) de alrededor de un 13%.
Y por el otro, más de la mitad de ese trayecto pasa por barrios que tienen una clara tendencia hacia la pérdida de población.
Sólo para citar un caso, Villa Juana debió tener actualmente, según la proyección del censo de 1981, una población de alrededor de 90 mil habitantes, pero por los cambios de uso y expulsión de su población por el incremento del costo del suelo, hoy tiene alrededor de 30 mil. Sin embargo, en el 1981 tenía alrededor de 43 mil. No está demostrado si una significativa cantidad de los pasajeros del eje este-oeste-este (cerca del 75%) necesitaría abordar la línea de metro propuesta.
Las estaciones del Centro Olímpico, el Teatro Nacional y la UASD, atraerían una gran cantidad de usuarios, pero sólo en momentos puntuales y La Feria, final del recorrido, es un centro de oficinas públicas que tienen un horario que no tiende a pasar de las 5 de la tarde, por lo cual, el flujo de pasajeros podría ser limitado y, hasta el momento, no se conoce un estudio que diga que quienes allí trabajan o acuden por cualquier motivo, viven en zonas que le induciría a tomar la referida línea.
Se dice que a este proyecto le seguirán las otras líneas que completarían el metro, si así es entonces será cuando se podrá utilizar esta palabra con la debida propiedad. Pero eso no es lo que importa, lo que realmente debe llevarnos a la reflexión es que no solamente se ha escogido un medio de transporte que por su costo este país no se lo puede permitir, sino que se ha elegido un trayecto que hace la obra menos racional, más cara y menos pertinente.
Es una obra que se ha llevado a cabo contra viento y marea, sólo por la voluntad y determinación de la máxima autoridad del país y con la aprobación vergonzosa de los legisladores del Partido Revolucionario Dominicano, PRD, por lo cual, la dirección de ese partido no tiene calidad para condenar dicha obra, pues de una u otra manera ésta es corresponsable de la misma. Su costo y la manera en que distorsiona la inversión pública, constituyen la más evidente falta de institucionalidad en la conducción de la cosa pública en este país y del amplio margen de discrecionalidad con que nuestros primeros mandatarios disponen de los dineros públicos.
Y, siguiendo el tema de la institucionalidad a propósito de la construcción de esa línea de metro, sería bueno escuchar la opinión de las autoridades de los ayuntamientos del área metropolitana de Santo Domingo. El transporte de pasajeros constituye una de las formas en que se articularía esta urbe dispersa, por lo tanto, sus ayuntamientos deberían ser los más interesados en los alcances de cara al presente y al futuro de esa obra y no mantenerse al margen de este debate.
Un transporte de pasajeros fragmentado, caro y deficiente como el de esta urbe, fragmenta, encarece los servicios y empobrece la calidad de vida de los munícipes de los diversos ayuntamientos del Santo Domingo metropolitano, por lo cual, quienes dirigen esas administraciones locales deberían tener una posición seria sobre el transporte y pensar en una estructura para la movilidad urbana que logre articular esos municipios.
Finalmente, a pesar de que muchos dicen que ya es un hecho consumado, sería bueno hacer un ejercicio que pueda determinar si terminarla y posteriormente operarla sea sostenible. En caso contrario, quizás sería más barato detenerla y buscar una alternativa que sea realmente metropolitana y tal como especialistas en la materia han aconsejado, examinar experiencias exitosas como las de Bogotá y Curitiba, solo por citar dos ejemplos. Un medio de transporte que debe ser metropolitano no puede resumirse a una línea que no llega a metro y este es otro aspecto de una discusión que es clave para esta ciudad y para el país.
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viernes, octubre 20, 2006
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