LEANDRO GUZMÁN
(DE HOY, MATUTINO DOMINICANO)
Los dominicanos que todavía creemos en un futuro mejor para la República Dominicana a veces hemos pensado en la necesidad de formar un silencioso frente contra el pesimismo, capaz de insuflarnos ánimos para cada día emprender tareas que orienten a las nuevas generaciones en la continuación de la lucha por los mejores intereses del país.
Pero en esa tarea el gobierno tiene que poner no un granito de arena, sino un montón, con una contribución firme de optimismo que despeje las incertidumbres que en este momento surgen como resultado de situaciones nacionales e internacionales, que se reflejan negativamente en una población acogotada por la deficiencia de los servicios públicos y el alto costo de la vida, sin que aparezca una voz orientadora desde el sector oficial que ofrezca explicaciones convincentes que contribuyan a la paz de los espíritus.
El pueblo que confió en las actuales autoridades para darles su legitimidad mediante el voto, todavía está a la espera que se cumplan muchas de las promesas formuladas durante la campaña electoral, que definitivamente contribuyeron a derrotar la reelección presidencial auspiciada por el denominado PPH, con el entonces presidente Hipólito Mejía a la cabeza.
No es un secreto que nuestro presidente constitucional, doctor Leonel Fernández, continúa con un sólido respaldo no solamente dentro de las filas de su partido, sino en sectores no vinculados políticamente a su organización, ni al Gobierno. Sin embargo, el Presidente tiene que buscar los medios de despejar las inquietudes populares que han surgido en los últimos tiempos, como son las crecientes alzas en los precios de la comida, la falta de circulante, la pérdida de empleos en zonas francas y otras empresas, por el insostenible precio de la energía eléctrica, para no mencionar la inseguridad ciudadana ni los problemas en los suministros de combustibles. En el primer caso se han tomado medidas apropiadas para controlar la delincuencia, pero hay que entender que se trata de un grave problema social que no se erradica de la noche a la mañana. En cuanto a los combustibles, hay decir que no se han cumplido las anunciadas medidas para ahorrar energía, entre las cuales cabe mencionar la promesa de una medida tan simple como es la sincronización de los semáforos, que al no hacerse contribuye al consumo de combustibles del parque vehicular, ni se ha cumplido con la orden apagar las luces innecesarias en los edificios públicos en horas de la noche, ni se han eliminado los miles de “policías acostados” existentes en barrios y urbanizaciones, y que contribuyen al gasto de combustibles y también a los atracos.
Son cosas simples, pero no por eso dejan de tener tremenda importancia, aparte de que sirve de argumento para los adversarios del Gobierno, para afirmar que en el país todo anda manga por hombro y que la gestión del Presidente ha fracasado, lo cual a nuestro sincero entender, no es cierto.
No tenemos la estatura política para darnos el lujo de ser consejeros, pero como ciudadano preocupado por lo que ocurre me asiste el derecho de sugerir al Presidente que se dirija más a menudo al país, que camine con su pueblo que lo eligió, explicándole las causas fundamentales de la actual situación, como lo hizo Juan Bosch en sus tiempos de gloria, con su tradicional lenguaje coloquial para que todo el mundo lo entendiera, antes de que fuerzas retardatarias obstaculizaran su gestión.
Si el presidente Fernández acoge esta humilde sugerencia, estamos seguros de que el proceso democrático en el que estamos comprometidos todos, se fortalecería al tomar al pueblo en cuenta ofreciéndole por lo menos las explicaciones que espera. No hay que ser un genio para afirmar que los pueblos, mientras más humildes son-como lo es el nuestro, más sensibilidad tienen.
La necesidad de que el presidente Fernández se dirija al país con más frecuencia, es más pertinente por cuanto últimamente algunos funcionarios oficiales se contradicen a la hora de explicar algunos hechos, como si se tratara de una incoherencia sin justificación. Pero, además, el Presidente podría reactivar los encuentros semanales con los sectores más representativos de la comunidad dominicana, a fin de escuchar sus quejas y sugerencias, con el ánimo de buscarle las soluciones apropiadas, siempre dentro del marco de las posibilidades.
No hay que olvidar que, entre otras cosas, la política es el arte de lo posible. En ese sentido, creemos que es perfectamente posible que el Presidente salga de su mutismo y transmita la sensación de que realmente tiene interés, algo que no dudamos, en enfrentar los agobiantes problemas del país, sin intermediarios que hablen por él, sobre todo porque esto crea más suspicacias de lo que uno se imagina.
En una palabra, el Presidente tiene que contribuir al fomento del optimismo, no dejar solos en esa tarea a quienes todavía tenemos absoluta fe en el futuro de la Nación, digna de un mejor destino con el aporte de todos.
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