jueves, octubre 12, 2006

Al día

JUAN JOSE AYUSO

(DE EL NACIONAL, VESPERTINO DOMINICANO)
La Junta Central Electoral no debe tener sino cinco miembros, ninguno de los cuales puede haber pertenecido a la actual o a la anterior ni ser dirigente o miembro o simpatizante de partido político alguno.

La democracia necesita de una JCE integrada por personas de capacidad, seriedad e independencia, sin pretender encontrar aquí o en cualesquiera otros países del mundo al ser humano "químicamente puro" que por una u otra coincidencia no sienta simpatía por alguna idea o agrupación política.

Los partidos, de acuerdo con las dos últimas experiencias, tratan de lograr alguna representación en la Junta pero esto contraviene el principio jurídico de que, en un caso, "no se puede ser juez y parte".

Lo que ocurrió en las elecciones del 2000 y en las del 2004 no debe volver a ocurrir y por ello mucha gente nutre la opinión que interpreta la columna en este día y que desea una JCE de cinco miembros, ninguno de los cuales debe ser dirigente o miembro de un partido ni haber pertenecido a la actual o a la anterior.

Las irregularidades comprobadas en los últimos comicios nacen del personal de la JCE, muchos de cuyos integrantes llegaron a esas posiciones por clientelismo político, labor ésta de jueces que pertenecen o simpatizan con los partidos Revolucionario, Reformista Socialcristiano y de la Liberación.

Y las irregularidades en la operación administrativas obedecen en parte a que los jueces, en una labor propia de políticos que utilizan el puesto público para el enriquecimiento personal, se han distribuido entre ellos las oficialías de estado civil más lucrativas, que han puesto en manos de familiares directos o de asociados.

En el movimiento presente que busca cambiar a los miembros y transformar a la junta, los partidos han propuesto reservarse tres puestos de jueces y entregar seis a la llamada sociedad civil.

Esa es una acción de "quid pro quo" que busca complacer a grupos de la sociedad que, con seis representantes, legitimarían las acciones trapisondistas de los políticos que serían sus compañeros como "jueces" o "magistrados".

Personas capacitadas, independientes y de vergüenza hay de sobra en el país pero fuera de los anillos del sabandijismo y del clientelismo políticos y de la doble moral de personas que viven de decir y aparentar lo que no son y son peores que esos de los que dicen y aparentan no ser iguales.

La JCE de cinco miembros, ninguno de ellos perteneciente a la matrícula actual o anterior, ni vinculado como dirigente, miembro o simpatizante de partido alguno. Esto es lo que sectores concientes de la sociedad quisieran, hartos ya de la malversación y el enriquecimiento ilícito y empeñados en que la democracia empiece a establecerse en el país como mentalidad y procedimiento de pensamiento, vida y gobierno desde el organismo que maneja la columna vertebral democrática que son las elecciones.

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