(DE EL NACIONAL, VESPERTINO DOMINICANO)
El béisbol profesional dominicano detuvo su reloj en 1937, 30 años después de haber comenzado de la mano del primer equipo nacional: los Tigres del Licey, nacidos el 7 de diciembre de 1907.
Varias veces he recordado, a través de esta columna y del programa radial "El Gobierno de la Mañana", de la emisora Z-101, que cuando se esté celebrando la temporada 2007-2008 estaremos también celebrando el centenario del justicieramente llamado "Glorioso" conjunto de la enseña azul.
Pues bien, el béisbol siguió su curso, pero a nivel "amateur", hasta llegar a 1951 cuando es restablecido de manera profesional en las jornadas que se celebran sábado y domingo (doble cartelera) en el estadio de La Normal del entonces liceo Presidente Trujillo, hoy Duarte.
Aunque era profesional, lo del dinero era poco y había lo que muchos llaman "romanticismo".
Pero... lo que nos interesa es que fue un gran paso de avance que aquellos hombres, haciendo de tripas corazón, echaran las bases de lo que es hoy el exitoso, millonario y masivo espectáculo.
Eran titanes los que jugaban, por poco dinero (aunque algunos levantaban lo que para la época era bastante bueno) en aquellas condiciones adversas: bajo un sol abrasador, bajo llovizna, en tierra y caliche, con poco material, con dogaos que hoy los hay mejores en la frontera, con mabí, cazabe y mata-gallego, etcétera. En el etcétera pongan un romito y una cervecita.
No sólo los peloteros eran colosos, sino que igual mérito tenían los directivos de equipos, los de la Liga, los narradores y comentaristas, los reporteros de las reseñas (para los escasos medios que había), los columnistas, etcétera.
Había de todo: un directivo de un equipo que le pirateaba un refuerzo al contrario, un buen bateador al que lo invitaban y le daban un jumo para neutralizarlo (eso no funcionaba con el mejor refuerzo que ha tenido el béisbol dominicano: Alonso Perry), un reparto los lunes de los chelitos producidos, enfermedades venéreas y una lista interesante y jocosa.
Pero... eran colosos, luchadores, forjadores, pioneros, deportistas, grandes jugadores y hasta fanáticos más que probables, en muchos casos.
Eso ocurrió de 1951 a 1954, para que entonces el béisbol se pusiera pantalones largos: el estadio Trujillo (después Quisqueya y hoy Juan Marichal), partidos nocturnos, transmisiones por TV, etcétera. Eso empezó en la justa 1955-1956.
Ahora bien, el talentoso y laborioso colega y amigo Bienvenido Rojas se refirió recientemente a los pioneros de 1951, o sea, a los hombres y mujeres (las ramas femeninas) que hace 55 años restablecieron el béisbol profesional y echaron las bases de lo que hoy somos: el segundo país del mundo que produce más material para las Grandes Ligas, algo que comenzó con Osvaldo Virgil en 1956, hace ahora 50 años, como desde el año 2005 estoy citando para que se le rinda un homenaje al Orégano de Montecristi.
Al Tomate Rojas se le quedaron dos nombres de los héroes de 1951: el Mariscal Enrique Lantigua, único que se salvó del equipo que murió en la tragedia aérea de Río Verde el 11 de enero de 1948, y Rafael Valdez, el Caballero Verde. Lantigua murió.
Busquen a Rafael Valdez y ríndanle un homenaje en el 55 aniversario de la hazaña.
- ALVARO ARVELO HIJO
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