sábado, octubre 21, 2006

La confesión de Hipólito


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PRIAMO H. MEDINA P.

(DE EL NACIONAL, VESPERTINO DOMINICANO)

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Las heridas todavía están frescas, y la nación dominicana no olvida el estremecimiento que produjeron en el Partido Revolucionario Dominicano las pretensiones del ex presidente Hipólito Mejía de buscar la reelección presidencial en los comicios realizados en el año 2004. Para el logro de sus propósitos, el ex mandatario y sus compañeros de aventura, consiguieron reformar la Constitución y anular la figura de la no reelección, conquista obtenida por el doctor José Francisco Peña Gómez y el propio PRD en la crisis post electoral de 1994.

El daño más visible que sufrió el PRD fue la división de sus militantes y dirigentes entre los que favorecían la reelección y los que estaban en contra. Hay que recordar que, al principio, Milagros Ortiz Bosch, Rafael Suberví Bonilla, Enmanuel Esquea Guerrero, Ramón Alburquerque, Rafael Flores Estrella, José Rafael Abinader y el licenciado Hatuey De Camps, se opusieron al proyecto reeleccionista de Hipólito Mejía. Avanzado el proceso, con excepción de Hatuey De Camps y Rafael Flores Estrella, todos los demás, con argumentaciones muy débiles, fueron cayendo en las redes de la reelección.

Intangible, pero no menos devastador, ha sido el daño moral ocasionado al PRD, conminándolo a desdecirse y a retroceder al tener que arriar las banderas que tan orgullosamente había enarbolado hasta ese momento. Desde que Hipólito Mejía hizo trizas la credibilidad del PRD como instrumento político al servicio del país y rompió sus vínculos con los grupos sociales no partidistas, el partido blanco dejó de ser opción de poder, aunque conserva una buena proporción de sus militantes, carece del respaldo de la masa silente, que es la catapulta de los partidos al poder.

El hipolitismo o el PPH, como se conoce la corriente que sigue al ex presidente, en el argot político se ha convertido en una especie de maldición, que inadvertidamente persigue a quienes, por conveniencia y por miedo, se plegaron a la reelección, traicionando los postulados del PRD y del peñagomismo.

Nada es peor para un dirigente o militante perredeísta que el mote de pepehachista. Prueba de ello se observa en las primarias del PRD, en las que Miguel Vargas Maldonado y Milagros Ortiz Bosch se disputan la nominación presidencial. Fello Suberví, jefe de campaña de Milagros Ortiz Bosch, aprovecha cuantas oportunidades tiene para enrostrarle a Miguel Vargas Maldonado su asociación o aproximación con los que fueron estrechos colaboradores de Hipólito Mejia. Es la lucha entre el conejo y el ratón, ambos se tildan de orejones. La confesión de Hipólito Mejia de que está arrepentido de su experiencia reeleccionista, calificándola como mala y perjudicial, comienza a poner las cosas en su lugar. Falta saber hasta dónde se puede creer en la sinceridad del ex mandatario. De todos modos, sus declaraciones son un testimonio para el PRD y para los historiadores dominicanos.

La postura de Hatuey De Camps y del grupo de compañeros que cerraron filas junto a él, que por momentos pareció temeraria, ha sido plenamente reivindicada. Lo que ha dicho Hipólito Mejia sobre la reelección es un reconocimiento explicito de su equivocación al embarcarse en el proyecto reeleccionista.

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