Por Patricio Varsariah
De El Telégrfo, Ecuador
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Un examen desapasionado de la prensa nacional lleva a la conclusión de que en su mayor parte, es libremente moderada. Salvo excepciones de comentarios de incisiva agudeza que pueden molestar a los aludidos. Me atrevería a decir que muchas veces se autocensura con cautela para que los males no vayan a mayores. Otro baile es una prensa cuyos temas preferidos son la denuncia no probada, la provocación de confrontaciones sociales, raciales y políticas. Esto, en cuanto al fondo. Y en cuanto a la forma, a muchos nos molesta el lenguaje soez que se habla y escribe en algunos medios.
Porque los órganos de opinión critiquen con frecuencia las medidas de su gobierno, pues no todas son acertadas, esto no puede calificarse de hostilidad sistemática.
Si el Gobierno hiciera más caso de esas críticas ponderadas, cometería menos errores. Esta es la gran ventaja que aporta la libertad de prensa a los sistemas democráticos. La denuncia y la protesta son una obligación del periodismo democrático, lo mismo que la defensa intransigente de la verdad, el repudio de la mentira, la condenación del sometimiento a la corrupción y al transfugio.
Cualquier periodista que se respete es contrario al conformismo bobalicón, a la consigna repetida como papagayo gubernativo, al servilismo adulador que desearían algunos políticos para gobernar a su antojo, al periodismo ciego y amansado, lo mismo que al sensacionalista irresponsable. Todas esta actitudes pavimentan los caminos más fáciles y seguros para mantener engañada a la ciudadanía y tender la alfombra al estan- camiento y al despotismo
El Poder Ejecutivo se afana en decir que la prensa ecuatoriana está en su contra, cuando la verdad es que la BUENA prensa mayormente reporta y comenta lo que ve, escucha y/o siente como la profesión y los cánones de la libertad de prensa mandan en un país donde los días tienen de todo menos de aburridos. Se trata de una ciudadanía que tiene deseo y hasta necesidad de que se reporte lo informativo, o sea lo que acontece porque tal le incumbe y le importa porque lo afecta. Y todos deberíamos saberlo. Se trata de sentimientos y necesidades que en el pais tienen tradición. Y el que quiera afectarlos caprichosamente, por no decir mordazmente, se estrellará contra paredes.
Hoy lo inmediato apremia, y es que esa profesión se va convirtiendo en un peligro para la integridad física de los BUENOS periodistas, camarógrafos y hasta redactores y directores de medios, según vamos viendo. Lo malo es que ¡ojo! primero sería el personal de prensa en general. Una vez diezmado éste, la próxima línea sería la del ciudadano y sus derechos constitucionales. Y ahí las cosas tocan el corazón de la democracia.
Ojalá que sólo sean divagaciones mías, aunque divagar jamás ha sido ilegal en democracia. La divagación no será noticia pero sí es hija de ésta.
Yo creo que lo que está en contra de lo que hace o deshace el Gobierno en buena parte es eso, lo que hace y lo que deshace; también lo que dice, lo que promete, lo que se desdice, lo que se contradice, lo poco que hace con la aquiescencia de la mayoría de los ecuatorianos, y lo que calla. Todo tras confundir por eso de que en río revuelto ganancia de ´pescadores´; o sea ganancia de algunos encumbrados.
Si se busca ocultar o traspapelar los desatinos y las metidas de pata, tal no se podrá lograr porque entre otras cosas es imposible tapar el sol con un dedo.
Por otro lado un socialismo consistente, bien pensado y mejor presentado a los que votamos en elecciones, daría como resultado una prensa también consistente. Pero lo cierto es precisamente lo contrario que trae a la memoria al escritor irlandés Óscar Wilde que en Profundis, en 1904, decía que ´el periodismo moderno, al darnos la opinión de los maleducados, nos mantiene al tanto de la ignorancia de la ciudadanía´.
Por lo anterior y docenas de razones más, el Gobierno central debería persuadirse de una vez por todas que necesita la prensa libre de verdad, sobre todo si comienza a gobernar en nombre de todos los Ecuatorianos. Lo ayudaría porque, entre otras cosas, lo tranquilizaría.
Patricion Varsariah.-
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