domingo, abril 01, 2007

“Amo mucho a la vida... por eso temo morir”




Don Francisco Comarazamy, icono de honestidad y dedicación del periodismo dominicano, a sus 98 años, seleccionado premio nacional de periodismo, aun mantiene su columna semanal en el Listín Diario.

SANTO DOMINGO.- De ascendencia hindú, Francisco Comarazamy jamás pensó cuando se iniciaba en el periodismo-1927- como colaborador del diario La Opinión que, a sus 98 años, iba a ser seleccionado como el ganador del Premio Nacional de Periodismo 2007, institucionalizado por el Estado para reconocer la labor de toda una vida.

Y sí que ha sido toda una vida la que ha dedicado don Francisco al Periodismo, a las Letras, a la Literatura, a la Historia. Su verdadera pasión.

Al doctor Julio De Windt Lavandier le agradece el haber encauzado sus inquietudes hacia la Literatura, en cuya biblioteca, y cuando apenas contaba con 17 años, se deleitaba hojeando las obras que allí veía cuando trabajaba como ayudante del reconocido galeno ya que aspiraba a estudiar Medicina.

“El propio De Windt me sugirió estudiar literatura cuando me atrapó leyendo un libro de la poetisa española Rosalía De Castro”, recuerda al ser entrevistado en su residencia, el tercer director de Listín Diario en su etapa centenaria.

Atento a cada pregunta y respondiendo con una lucidez y agilidad mental impresionantes para una persona de su edad, don Francisco agradece este reconocimiento pero no oculta que es merecido.

¿Qué significa este reconocimiento en esta etapa de su vida?

Primeramente deseo testimoniar mi gratitud y reconocimiento a la Secretaría de Educación y a las instituciones que se han juntado para otorgarme el galardón, el cual, si se quiere, ha venido a coronar un trabajo persistente a través de años y años.

Desde un principio en que eché sobre mis hombros la responsabilidad que implica el ejercicio del periodismo, he sentido la obligación de trabajar no para mi beneficio personal, sino para la gente que necesita y requiere el auxilio de una orientación informativa. En esta tarea no he abrigado temor ni a la pobreza, ni al sufrimiento, ni a la calumnia y mucho menos al aislamiento.

¿Recuerda su primer artículo?

Mi primer artículo trataba sobre crítica literaria. Fue publicado en el periódico El Este de San Pedro de Macorís, donde nací. Giraba alrededor del libro titulado “Figura de barro”, de Virgilio Díaz Ordoñez.

¿Cómo define su trayectoriaÖ dentro del periodismo específicamente?

Me he desenvuelto en un trabajo constante. No ha sido un lecho de rosas. Al contrario, ha sido caminando entre piedras y espinas. Pero gracias a una acerada voluntad no he caído en la cobardía y no me he dejado subyugar por la fantasía.

¿Qué consejo le daría a aquellos que quisieran incursionar al periodismo?

Si se me pidiera un consejo para ejercer un periodismo sano, yo no vacilaría en recomendar, especialmente a la juventud, sujeción a la verdad, a la honestidad, a la justicia, a la libertad, al amor, a la honradez, al respeto al derecho ajeno, a la lealtad, a la comprensión, a la igualdad y a la solidaridad. Poco a poco, pero con firmeza y decisión, el país va teniendo en el periodismo y los periodistas una clara visión hacia el futuro.

¿Qué anécdota quisiera compartir?

Una vez siendo corresponsal en San Pedro de Macorís de un periódico de Santo Domingo, llegaba un hidroavión teniendo como pasajera a la famosa cantante francesa Lili Pons. Hice una crónica y por omisión involuntaria no mencioné a un militar y, al parecer, a él no le agradó esa omisión. Al día siguiente de ese hecho, a las seis de la mañana, se presentó a mi casa un vehículo militar y desde adentro del vehículo una voz me dijo: “entre que el Jefe quiere verlo.” Me asusté muchísimo pero aún así me monté en el vehículo. Dentro estaba quien a la sazón se desempeñaba como el Comandante Militar de Puesto. Me dio un paseo por toda la ciudad sin dirigir una sola palabra. Luego me llevó a mi casa y al desmontarme me dijo: “creo que no te olvidarás de este paseo como te olvidaste de mi nombre en la reseña periodística que tú hiciste a la llegada de Lili Pons”.

¿En tantos años de ejercicio, alguna otra habrá?

En otra ocasión, Trujillo visitaba San Pedro de Macorís y el gobernador le ofreció una recepción en su residencia a la cual fui invitado conjuntamente con mi hermano Eduardo. En la fiesta me tocó una mesa que quedaba frente a la mesa principal donde estaba Trujillo. Yo observaba que él no me quitaba la vista. En un momento se me acercó un oficial y me dijo que saliera de inmediato del lugar. Salí y tuve mucho miedo porque era de madrugada. Pensé que si salía corriendo era tan peligroso como si me detuviera, entonces decidí ir todo el trayecto a paso normal. No pregunté el por qué. Y nunca lo supe. En ese entonces me desempeñaba como secretario de la Fiscalía, cargo que ocupaba Luis Manuel Cáceres, padre de Tunti Cáceres, que aquella noche estuvo sentado en la mesa principal junto a Trujillo. Yo le pregunté si se había dado cuenta de lo ocurrido y le pregunté el por qué habría sido, a lo que él me contestó: “me parece que tú no le caes bien al jefe”.

¿Cuál ha sido su arma, más bien su sostén, en la adversidad?

Mi voluntad. He tenido muchas adversidades pero más han sido los momentos de felicidad.

¿A qué echa de menos?
A mi madre y a mi esposa.

¿Cuál ha sido el momento más feliz de su vida periodística?
Cuando recibí el nombramiento de director del Listín Diario.

A propósito, usted compartió labores con el maestro don Rafael Herrera, ¿cómo fue esa experiencia?

Éramos hermanos y aunque ya había ejercido el periodismo, considero que Rafael Herrera tuvo una gran influencia en mi conducta periodística.

¿Cómo ve el país?
El país democráticamente ha avanzado. Estamos caminando hacia adelante y no quisiera que volviera a lo que era antes de ahora. Incluyo, por supuesto, la dictadura de los 30 años.

¿Qué no repetiría en su vida?
No estoy arrepentido de nada porque no he hecho nada de lo que pudiera arrepentirme.

Si tuviese que empezar de nuevo...

A mi edad... ..volvería a ser periodista.

¿Cómo compara la vida de un periodista ahora a la de un periodista de antes?.

La vida de un periodista de ahora es diferente a la vida de un periodista del tiempo de mi iniciación en el oficio. Ahora hay más posibilidad de progreso, de capacitarse mejor, porque ahora hay escuelas de periodismo y elementos mecánicos que favorecen el ejercicio. Sólo por citar uno, la Internet es un ejemplo.

En su época era tímida, casi nula, la presencia femenina en una sala de redacción. Algunas mujeres se aventuraban a hacer periodismo pero de una manera muy discreta. María Ugarte es una precursora del ejercicio femenino del periodismo dominicano.

¿Y ahora, qué opinión le merece la participación femenina en las filas del periodismo?

Ahora la veo igual que los hombres. Tienen los mismos medios, las mismas oportunidades y derechos.

¿Cómo es un día ahora en la vida de don Francisco Comarazamy?

Me levanto a las siete de la mañana y lo primero que hago es leer el Listín, es mi “Biblia”, luego el resto de los diarios. Al finalizar, me ducho y luego a desayunar para volver a leer, en esta ocasión Historia y Crítica Literaria. También escribo, memorias y de otras cosas. No puedo estar inactivo.

¿Cree en Dios?

Claro que creo en Dios. Rezo al levantarme y al acostarme. Comulgo todas las veces que me es posible hacerlo.

¿Qué opinión le merecen aquellos que dicen que es una ignorancia creer en Dios?

Son ignorantes.


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SANTO DOMINGO.- De ascendencia hindú, Francisco Comarazamy jamás pensó cuando se iniciaba en el periodismo-1927- como colaborador del diario La Opinión que, a sus 98 años, iba a ser seleccionado como el ganador del Premio Nacional de Periodismo 2007, institucionalizado por el Estado para reconocer la labor de toda una vida.

Y sí que ha sido toda una vida la que ha dedicado don Francisco al Periodismo, a las Letras, a la Literatura, a la Historia. Su verdadera pasión.

Al doctor Julio De Windt Lavandier le agradece el haber encauzado sus inquietudes hacia la Literatura, en cuya biblioteca, y cuando apenas contaba con 17 años, se deleitaba hojeando las obras que allí veía cuando trabajaba como ayudante del reconocido galeno ya que aspiraba a estudiar Medicina.

“El propio De Windt me sugirió estudiar literatura cuando me atrapó leyendo un libro de la poetisa española Rosalía De Castro”, recuerda al ser entrevistado en su residencia, el tercer director de Listín Diario en su etapa centenaria.

Atento a cada pregunta y respondiendo con una lucidez y agilidad mental impresionantes para una persona de su edad, don Francisco agradece este reconocimiento pero no oculta que es merecido.

¿Qué significa este reconocimiento en esta etapa de su vida?

Primeramente deseo testimoniar mi gratitud y reconocimiento a la Secretaría de Educación y a las instituciones que se han juntado para otorgarme el galardón, el cual, si se quiere, ha venido a coronar un trabajo persistente a través de años y años.

Desde un principio en que eché sobre mis hombros la responsabilidad que implica el ejercicio del periodismo, he sentido la obligación de trabajar no para mi beneficio personal, sino para la gente que necesita y requiere el auxilio de una orientación informativa. En esta tarea no he abrigado temor ni a la pobreza, ni al sufrimiento, ni a la calumnia y mucho menos al aislamiento.

¿Recuerda su primer artículo?

Mi primer artículo trataba sobre crítica literaria. Fue publicado en el periódico El Este de San Pedro de Macorís, donde nací. Giraba alrededor del libro titulado “Figura de barro”, de Virgilio Díaz Ordoñez.

¿Cómo define su trayectoriaÖ dentro del periodismo específicamente?

Me he desenvuelto en un trabajo constante. No ha sido un lecho de rosas. Al contrario, ha sido caminando entre piedras y espinas. Pero gracias a una acerada voluntad no he caído en la cobardía y no me he dejado subyugar por la fantasía.

¿Qué consejo le daría a aquellos que quisieran incursionar al periodismo?

Si se me pidiera un consejo para ejercer un periodismo sano, yo no vacilaría en recomendar, especialmente a la juventud, sujeción a la verdad, a la honestidad, a la justicia, a la libertad, al amor, a la honradez, al respeto al derecho ajeno, a la lealtad, a la comprensión, a la igualdad y a la solidaridad. Poco a poco, pero con firmeza y decisión, el país va teniendo en el periodismo y los periodistas una clara visión hacia el futuro.

¿Qué anécdota quisiera compartir?

Una vez siendo corresponsal en San Pedro de Macorís de un periódico de Santo Domingo, llegaba un hidroavión teniendo como pasajera a la famosa cantante francesa Lili Pons. Hice una crónica y por omisión involuntaria no mencioné a un militar y, al parecer, a él no le agradó esa omisión. Al día siguiente de ese hecho, a las seis de la mañana, se presentó a mi casa un vehículo militar y desde adentro del vehículo una voz me dijo: “entre que el Jefe quiere verlo.” Me asusté muchísimo pero aún así me monté en el vehículo. Dentro estaba quien a la sazón se desempeñaba como el Comandante Militar de Puesto. Me dio un paseo por toda la ciudad sin dirigir una sola palabra. Luego me llevó a mi casa y al desmontarme me dijo: “creo que no te olvidarás de este paseo como te olvidaste de mi nombre en la reseña periodística que tú hiciste a la llegada de Lili Pons”.

¿En tantos años de ejercicio, alguna otra habrá?

En otra ocasión, Trujillo visitaba San Pedro de Macorís y el gobernador le ofreció una recepción en su residencia a la cual fui invitado conjuntamente con mi hermano Eduardo. En la fiesta me tocó una mesa que quedaba frente a la mesa principal donde estaba Trujillo. Yo observaba que él no me quitaba la vista. En un momento se me acercó un oficial y me dijo que saliera de inmediato del lugar. Salí y tuve mucho miedo porque era de madrugada. Pensé que si salía corriendo era tan peligroso como si me detuviera, entonces decidí ir todo el trayecto a paso normal. No pregunté el por qué. Y nunca lo supe. En ese entonces me desempeñaba como secretario de la Fiscalía, cargo que ocupaba Luis Manuel Cáceres, padre de Tunti Cáceres, que aquella noche estuvo sentado en la mesa principal junto a Trujillo. Yo le pregunté si se había dado cuenta de lo ocurrido y le pregunté el por qué habría sido, a lo que él me contestó: “me parece que tú no le caes bien al jefe”.

¿Cuál ha sido su arma, más bien su sostén, en la adversidad?

Mi voluntad. He tenido muchas adversidades pero más han sido los momentos de felicidad.

¿A qué echa de menos?
A mi madre y a mi esposa.

¿Cuál ha sido el momento más feliz de su vida periodística?
Cuando recibí el nombramiento de director del Listín Diario.

A propósito, usted compartió labores con el maestro don Rafael Herrera, ¿cómo fue esa experiencia?

Éramos hermanos y aunque ya había ejercido el periodismo, considero que Rafael Herrera tuvo una gran influencia en mi conducta periodística.

¿Cómo ve el país?
El país democráticamente ha avanzado. Estamos caminando hacia adelante y no quisiera que volviera a lo que era antes de ahora. Incluyo, por supuesto, la dictadura de los 30 años.

¿Qué no repetiría en su vida?
No estoy arrepentido de nada porque no he hecho nada de lo que pudiera arrepentirme.

Si tuviese que empezar de nuevo...

A mi edad... ..volvería a ser periodista.

¿Cómo compara la vida de un periodista ahora a la de un periodista de antes?.

La vida de un periodista de ahora es diferente a la vida de un periodista del tiempo de mi iniciación en el oficio. Ahora hay más posibilidad de progreso, de capacitarse mejor, porque ahora hay escuelas de periodismo y elementos mecánicos que favorecen el ejercicio. Sólo por citar uno, la Internet es un ejemplo.

En su época era tímida, casi nula, la presencia femenina en una sala de redacción. Algunas mujeres se aventuraban a hacer periodismo pero de una manera muy discreta. María Ugarte es una precursora del ejercicio femenino del periodismo dominicano.

¿Y ahora, qué opinión le merece la participación femenina en las filas del periodismo?

Ahora la veo igual que los hombres. Tienen los mismos medios, las mismas oportunidades y derechos.

¿Cómo es un día ahora en la vida de don Francisco Comarazamy?

Me levanto a las siete de la mañana y lo primero que hago es leer el Listín, es mi “Biblia”, luego el resto de los diarios. Al finalizar, me ducho y luego a desayunar para volver a leer, en esta ocasión Historia y Crítica Literaria. También escribo, memorias y de otras cosas. No puedo estar inactivo.

¿Cree en Dios?

Claro que creo en Dios. Rezo al levantarme y al acostarme. Comulgo todas las veces que me es posible hacerlo.

¿Qué opinión le merecen aquellos que dicen que es una ignorancia creer en Dios?

Son ignorantes.

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