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JUAN PEDRO YÁNIZ
BARCELONA. El hispanista inglés Paul Preston afirmó ayer que no creía en absoluto que el organizador de las matanzas de Paracuellos fuera Mihail Koltsov, el enviado de «Pravda», el verano del 36, y para muchos el representante personal de Stalin en la zona republicana. Preston, que cada vez hace gala de un catalán más depurado, presentaba su libro «Idealistas bajo las balas» (Debate, en castellano, y Proa en catalán); en la activa Fundación Trias Fargas, uno de los diversos mecanismos de la sociedad civil para recuperar el pasado histórico.
La obra presentada y debatida en el coloquio posterior y diversos apartes amicales, versa sobre el papel de los corresponsales extranjeros en la Guerra de España, de Dos Passos a Hemingway y de Fischer a Herbert Southworth, del que se declaró rendido admirador y discípulo. Tuvo un recuerdo para «Enterrar a los muertos», de Martínez Pisón, con el que mantiene algunas discrepancias. Para el investigador inglés, Koltsov supo muchas cosas, Carrillo también, pero las decisiones debieron pasar por manos de Orlov y Grigoriev, entre otras figuras de la NKVD.
«Hacía años que quería dedicar un estudio al papel de los corresponsales como Mattews, Carney, Herbst y otros, que no fueron tan favorables a la República como se cree. Los directivos de sus empresas censuraron muchas de las crónicas que enviaban. He aparcado el gran trabajo recopilatorio sobre la represión en la guerra y la inmediata posguerra por una especie de deuda moral que tenía con Southworth», dice Preston. Aparte de los grandes nombres, hubo otros muchos corresponsales que jugaron su papel: por ejemplo, los portugueses fueron muy importantes para la divulgación de los fusilamientos de Badajoz. No hay duda sobre los esfuerzos para bloquear muchas de las informaciones, Preston recordó que la censura era muy estricta y que, cuando los sublevados tomaban una ciudad, «la prensa no entraba hasta dos o tres días más tarde». Entre los detalles aportados por Preston figura el que en el «New York Times» las noticias salían entre anuncios de corsetería.
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