Diario ADN/EFE, Pekín
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La lucha de la casa clavo de Chongqing, cuyos dueños resistieron  durante dos años las presiones de una constructora, terminó con final feliz, al  llegar a un acuerdo las dos partes, pero con la triste imagen de las máquinas  derribando la vivienda.
La prensa anunciaba que Yang Wu y Wu Ping, los  dueños, habían llegado finalmente a un acuerdo con los promotores, por lo que  dejaron la vivienda en la tarde del lunes, y poco después las máquinas acababan  con todo un icono.
Atrás quedan dos semanas en las que la pareja ha  aparecido en numerosas televisiones, como la estadounidense CNN o la estatal  china CCTV, y se convertían en "héroes" contra el poder de las inmobiliarias. 
La pareja ha aceptado marcharse de la casa, en el distrito de Jiulongpo  (afueras occidentales de Chongqing, suroeste chino) a una vivienda similar en  tamaño pero en el distrito de Shapingba, un tanto más alejado del centro de la  ciudad.
La casa clavo, de dos pisos y 219 metros cuadrados,  construida en 1993, ha sido imagen frecuente en los periódicos y televisiones  chinas en las últimas semanas debido a su espectacular aspecto: solitaria, en lo  alto de un montículo y rodeada de un foso de 17 metros de diámetro y unos cuatro  o cinco de altura.
207 viviendas
La constructora Zhengsheng, que desde 2004 quiere erigir en ese lugar un  centro comercial, demolió 270 viviendas alrededor de la casa clavo y  excavó el foso para hacer los cimientos y a la vez presionar a los dueños de la  casa para que se marcharan.
Pero Yang y su esposa Wu -que justo en 2004  acababan de arreglar la casa- se resistieron durante meses, ya que no aceptaban  la indemnización y exigían una vivienda igual en tamaño y valor que la que  tenían, o, en todo caso, un local en el futuro centro comercial.
La  constructora, desesperada, fue subiendo con el tiempo su oferta, que llegó a ser  de unos 300.000 dólares (240.000 euros), suficiente para comprarse en China  hasta 10 apartamentos, pero la pareja resistió con terquedad.
"Queremos  salvaguardar nuestra dignidad y nuestros derechos, así como los de otros  propietarios de China", alegó Wu en "conferencias de prensa" dadas en el solar  de la obra, ganándose así la simpatía de millones de chinos.
Aunque las  peticiones de la pareja eran de lo más materialista, su historia adquirió tintes  románticos el 22 de marzo, cuando expiraba el ultimátum dado por la constructora  a la pareja para abandonar la vivienda.
Ese día, el marido -ex campeón  de artes marciales- se quedó en la casa, y para desafiar a las autoridades se  subió a la terraza del edificio ondeando una bandera china en señal de victoria.  Ya antes había prometido "dar una paliza" a cualquiera que intentara arrebatarle  lo suyo.
Escala de cuerda
Conviene saber, sin embargo, que Yang y Wu no han estado los dos años  viviendo allí, sino que sólo lo ha hecho el marido en los últimos 11 días,  subiendo a la casa con la ayuda de una escala de cuerda.
Un segundo  ultimátum de la constructora, el 29 de marzo, también fue desobedecido, y  finalmente, ante la falta de acuerdo y la popularidad que la historia estaba  cobrando, el gobierno del distrito decidió intervenir, estableciendo un tercer  ultimátum para el 10 de abril.
La historia circuló sobre todo por foros  y blogs chinos, y según algunos ha sido uno de los primeros casos de "periodismo  ciudadano" en China, ya que en Chongqing a los periódicos se les prohibió  informar del tema, así que fue gente de la calle la que lo contó vía Internet. 
"Si hay más personas como Yang y Wu, no estamos lejos del estado de  derecho", afirmaba hoy un internauta en un foro de opinión en la página web de  Xinhua, la agencia estatal china.
Los chinos llaman casas clavo  (dingzihu) a las viviendas chinas cuyos dueños no quieren irse, por  desacuerdo con los que se las expropian.
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