Política: Las tapas de la mayoría de los medios del mundo reflejaron, este  lunes, el resultado de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en  Francia. Tal cual lo estipulaban las últimas encuestas, el conservador Nicolas  Sarkozy y la socialista Ségolène Royal disputarán una segunda vuelta electoral  el próximo 6 de mayo, donde se definirá quién será el próximo inquilino del  Palacio del Elíseo.
Corrientes Noticias, Ar.
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Los dos candidatos que disputarán el balotaje  por la presidencia, dan muestras de cercanía con el gobierno de Bush, al tiempo  que se alejan de América Latina y los países del Tercer Mundo.
Sin  embargo, la importancia que la prensa vernácula le otorgó al proceso electoral  francés, no se condice con la ausencia absoluta del tema internacional en la  agenda de los dos candidatos.
El periodista francés Bernard Cassen,  explicó en un artículo publicado en Le Monde Diplomatique, que los contendientes  estuvieron “alejados del mundo”, al tiempo que sus propuestas en política  exterior fueron escasas y, en algunos casos, caricaturescas. Sólo hubo tres  temas que, tímidamente, fueron incluidos en la agenda internacional de los  candidatos: “las relaciones con Estados Unidos, los conflictos en Medio Oriente,  y la presencia francesa en África”.
Bernard Cassen atribuye esta  ausencia a que “la política exterior no sirve para ganar elecciones”, pero, en  principio, esta ausencia puede ser atribuida a que Francia ha perdido terreno en  el plano internacional, y su poder sólo se recorta a la coyuntura de la Unión  Europea (UE).
De todas formas, resulta interesante hacer un breve repaso  de los postulados básicos de los dos candidatos para la segunda vuelta, pensado,  sobre todo, en los vínculos con América Latina, hoy reducidos a breves acuerdos  de cooperación económica y a contratos mediante empresas privadas.
En  ese sentido, el candidato de derecha y favorito en los sondeos, Nicolás Sarkozy,  dio muestras contradictorias de la clave que adquirirá su política exterior en  el caso de que cruce las puertas del Elíseo. El “delfín político” del actual  mandatario Jacques Chirac, se reunió el año pasado con el presidente George  Bush, en búsqueda de la foto que cautive al electorado descontento con el actual  ejecutivo, que no apoyó la invasión a Irak ni se alineo a la totalidad de las  políticas de Washington.
Meses más tarde, convencido del rotundo fracaso  de la guerra en el país árabe, el propio Sarkozy afirmó que sus relaciones con  la Casa Blanca eran de “amistad, no de sumisión”. Lo cierto es que en Estados  Unidos, sobre todo luego de su visita, lo apodaron “el americano”, y esto  representa un estigma (en rigor de verdad, no tan desagradable para el  candidato) frente a una Latinoamérica cada vez más enfrentada a las políticas de  Bush.
Por su parte, la candidata socialista Ségolène Royal nunca se  manifestó claramente sobre los países del denominado tercer mundo. Sin embargo,  los encuentros con la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, y con la primera  dama argentina y probable candidata en las presidenciales de octubre, Cristina  Fernández de Kirchner, fueron vistos como un gesto de proximidad para varios  analistas internacionales, aunque en lo concreto sólo fueron “pour la galerie”. 
Pero Royal no permaneció callada en referencia a Medio Oriente, aunque  quizás debió hacerlo. En una declaración que demostró su profundo  desconocimiento sobre el tema, la candidata afirmó que a Irán no se le debe  permitir desarrollar una industria nuclear civil, contradiciendo así los  derechos internacionales que posee el país persa, avalados por el Tratado de No  Proliferación de Armas Nucleares (TPN).
De la misma forma, en otra  confusa alocución, pareció defender la construcción del muro entre Israel y  Palestina, a pesar de haber cosechado elogios, luego de una gira por la región,  por parte de Mahmud Abbas, presidente del territorio árabe. En ambos casos se ve  que la candidata socialista no puede contradecir la política de Washington para  Medio Oriente.
Por otra parte, una nota publicada en el matutino  argentino La Nación el pasado viernes, recogió testimonios de varios  latinoamericanos que viven en Francia. Todos concordaron que "es una pena" que  América latina haya estado tan ausente de la campaña. "Se ha evaporado,  literalmente", afirmó el escritor y periodista colombiano Eduardo Mackenzie,  citado en el mencionado artículo.
Esta profunda ausencia de América  Latina y los países del tercer mundo en la agenda electoral de Francia, se  complementa con una mirada obtusa de la problemática de la inmigración. Este  tema, a propósito de los violentos episodios protagonizados por la marginada  juventud de las periferias en 2005, fue candente en las discusiones  preelectorales, y motivó distintas propuestas e, incluso, un acalorado debate  sobre la identidad francesa al que se sumaron respetables intelectuales del  país.
Sin embargo, la mayoría de las discusiones de los principales  candidatos se plantearon puertas adentro, y nunca hubo una reflexión seria  acerca de la inmigración como fenómeno social emergente del actual proceso de  globalización. Muy al contrario, las propuestas fueron, por ejemplo, la creación  de un “Ministerio de identidad”. Esta institución impulsada por Sarkozy apunta a  crear una verdadera identidad francesa, para superar las divergencias  culturales, producto de la inmigración. Lejos de abrir el debate, esta propuesta  lo cierra y sigue teniendo una mirada localista, absurda y de no compresión de  la coyuntura internacional.
Lo cierto es que, al tiempo que los diarios  del mundo reflejan la contienda electoral francesa, a los candidatos les importa  bastante poco la política exterior de su país. ¿Será que la propia Francia,  otrora faro de la democracia en el orbe, ha reconocido que su poder se ha  devaluado y su terreno de acción se ha recortado a la UE?
La respuesta a  esa pregunta es demasiado compleja. Lo que sí es seguro que ninguno de los dos  candidatos desconocerá el “atlantismo”, esto es, la cercanía a las políticas de  la Casa Blanca, aunque tampoco se alinearán ciegamente como lo hizo Anthony  Blair en Inglaterra, cuyo gobierno se acaba con un gran descrédito.
De  esta forma, el mensaje hacia América Latina se torna ambiguo, sea cualquiera de  los dos el candidato que gane las elecciones. ¿Se transformará Francia en otro  bastión de Washington, cada vez más lejos de América Latina y de los países  pobres?
jueves, abril 26, 2007
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