La columna de Miguel Guerrero

Por Miguel Guerrero / El Caribe

La actitud asumida por el presidente Fernández en el conflicto con el Colegio Médico Dominicano no es propiamente la de un estadista, sino la de un político.

Su decisión de salir a saludar a un grupo de empleados de la salud, entre los que había mensajeros y personal de servicio de la secretaría, que desfilaron hasta el Palacio Nacional en señal de respaldo a su candidatura, mientras se obstina en cerrar los oídos ante el reclamo de los médicos, fue un acto de desprecio a una importante clase profesional que cierra toda posibilidad de entendimiento en un futuro cercano.

Las escenas de esa actividad pudieran indicar que el mandatario prefiere entregarse a la dulce idea de un apoyo médico que no existe, antes que enfrentar a la realidad cada vez más cruda por los cambios de percepción del público en la etapa final de la más larga y costosa campaña en nuestra historia electoral.

La afirmación presidencial de que el gobierno no dispone de mecanismos legales para autorizar un aumento en los salarios en el sector de la salud no es admisible frente a la existencia de nóminas, hasta hace poco secretas, en las que se gastan miles de millones de pesos para beneficiar a militantes del partido oficialista sin realizar labor alguna para el Estado, con evidentes propósitos electorales.

El Colegio Médico ha decidido continuar las marchas, paros y piquetes en apoyo de sus demandas y amenazado con entregar los hospitales públicos, lo que plantearía una grave crisis en el sector salud.

Las autoridades han advertido que cancelaría a los huelguistas y que disponen de personal suficiente para reemplazarlos, lo cual no es cierto ni probable. El gobierno se resiste tercamente a reconocer que sin los médicos todo el sistema de la seguridad social se vendría abajo.

La entrega de los hospitales sería el epílogo fatal de un conflicto que ya se refleja en las simpatías electorales.

Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do