Las elecciones tienen que dejar de ser vistas como un evento traumático y extraordinario, para ello las propias autoridades tienen que cambiar viejas medidas restrictivas de la libertad o alteradoras de la vida productiva
Por Marisol Vicens Bello / El Caribe
Independientemente de los resultados de las elecciones el país necesitará seguir su curso y enfrentar no sólo sus retos y tareas pendientes, sino los grandes desafíos que el entorno internacional nos presenta, que hemos postergado afrontar en medio de la campaña electoral y que requieren de una urgente atención.
Por eso es muy importante que las elecciones se enfrenten como lo que son, un procedimiento ordinario de la vida democrática de nuestro país, del cual conforme nuestra Constitución podrá salir un ganador en caso de obtener el 50% más un voto o tendría que realizarse una segunda vuelta entre los 2 candidatos más votados.
Las elecciones tienen que dejar de ser vistas como un evento traumático y extraordinario, para ello las propias autoridades tienen que cambiar viejas medidas restrictivas de la libertad o alteradoras de la vida productiva, como la interrupción de la jornada laboral el día previo a las mismas para facilitar desplazamientos, cuando lo lógico sería que todos los ciudadanos estén inscritos en el colegio electoral del lugar de su domicilio.
En consecuencia lo que el país requiere es que luego de que la población ejerza su derecho al voto, las autoridades electorales cumplan con su misión de procesar el cómputo electoral y anunciar los resultados en tiempo efectivo.
Aunque la JCE quiere preservar a toda costa su atribución exclusiva de comunicar los resultados, tiene que entender que los tiempos han cambiado y que su facultad de ser la única que pueda dar oficialmente los mismos no le permite censurar la libre información que emanará de las encuestas a boca de urnas.
Luego de esta larga, hueca y costosísima campaña electoral a la que nos han sometido, invadiendo nuestros espacios, bombardeando constantemente nuestros sentidos a través de los medios de comunicación, creando dificultades de tránsito y lo peor, suspendiendo el curso ordinario de las funciones públicas bajo la mala práctica de dejar todo para después de las elecciones; la nación demanda que el liderazgo político sea capaz de dejar de lado sus intereses particulares para pensar en los nacionales.
Nuestra historia democrática ha estado marcada por la poca capacidad de los políticos para aceptar los resultados cuando éstos les son adversos, debido en parte a la arraigada desconfianza de los dominicanos consecuencia de nuestra debilidad institucional y la lamentable realidad de que muchos nacionales se prestan para adulterar o falsificar documentos en cualquier ámbito.
Mientras más rápido se produzcan los resultados y éstos sean aceptados, más fácil será reasumir las tareas nacionales y enfrentar los retos que tenemos por delante, para lo cual, se requerirá concertar con todos los sectores de la vida nacional, incluyendo los distintos partidos.
Actuemos conscientes de que después de las elecciones el país sigue y reclama concertación, la que sólo podrá darse en la medida de que nuestro liderazgo político sea capaz de entender que su rol los obliga a discutir los desafíos del país y a pactar las acciones que los mismos requieren.
Si no son capaces de entender esto, podrían perder su credibilidad y poner en juego tanto sus propios liderazgos como los de sus partidos, como lamentablemente ha ocurrido en muchos países hermanos.
Marisol Vicens Bello es abogada
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