REUCLIDES GUTIERREZ FELIX
La ignorancia genera los absurdos
Hace mucho tiempo que el autor de esta columna, atrevido a veces en sus juicios, nunca faltos de prudencia y objetividad, afirmó en medios de comunicación radiales y televisivos y en las páginas de este vespertino, que el Partido Revolucionario Dominicano, en términos políticos, y antes de la muerte del doctor José Francisco Peña Gómez, había dejado de ser una institución organizada que respondía a los lineamientos generales de un Estatuto, realidad que hacía a ese conglomerado una organización carente de programas, métodos de trabajo y organigrama. Inmediatamente después de la desaparición de su líder, el doctor Peña Gómez, el PRD se convirtió en un movimiento social con los mismos perfiles y matices que el Partido Reformista Social Cristiano.
El doctor Joaquín Balaguer, una de las expresiones más acabadas del despotismo ilustrado, manifestación propia de los países de hispanoamérica que tiene su antecedente más importante en José Gaspar Rodríguez de Francia, El Supremo, Dictador Perpetuo de Paraguay, culto, soberbio, déspota, anticlerical, gobernó a la República Dominicana a partir de junio de 1965 aplicando en el país un sistema de gobierno desarrollista, de inversiones publicas, represivo y corruptor. Pero Balaguer era un déspota ilustrado, excepcionalmente inteligente, manipulador, con un instinto natural que desarrolló notablemente al lado de su maestro y protector Rafael Trujillo Molina. El doctor Balaguer, además, en los primeros diez años de su gobierno, contó con el apoyo constante y espléndido, en términos económicos, de los Estados Unidos de América. A la crisis de profundas repercusiones que generó el Levantamiento Militar de 1965, Joaquín Balaguer fue la salida, no la solución.
Impuesto en la presidencia de la República por disposición del presidente Lyndon Johnson supo unificar y reorganizar las fuerzas sociales que se habían desarrollado en el largo proceso de la Dictadura de Trujillo desde 1930 hasta 1961. Balaguer era un jefe político inteligente, prudente, discreto, malicioso, que tenía un concepto formal de la sociedad dominicana; después de su muerte esas fuerzas sociales que lo ayudaron a mantener vigencia en la vida política de la Nación se han dispersado y han entrado en un proceso de desintegración que culminará con su desaparición definitiva. El escenario político dominicano ha dejado el espacio para que en él subsistan y actúen otras fuerzas políticas que la lógica indican que debían ser el Partido de la Liberación Dominicana y Partido Revolucionario Dominicano. En la realidad de los hechos así no podrá ser, porque al PRD le falta la calidad de un liderato político en términos personales y colectivos.
Cuántos disparates y decisiones absurdas genera el PRD. Las emisoras, así como los medios escritos, recogen los disparates que hablan los dirigentes del PRD. Como no tienen capacidad creativa repiten los criterios y opiniones sin sentido que otros dirigentes han hecho públicos. Perdieron las elecciones, según dijo su candidato Miguel Vargas, porque “El Estado los derrotó”. Pues bien: el Diccionario Jurídico Espasa Siglo XXI, define “El Estado” como: “una comunidad organizada en un territorio definido, mediante un orden jurídico servido por un cuerpo de funcionarios y definido y garantizado por un poder jurídico, autónomo y centralizado que tiende a realizar el bien común, en el ámbito de esa comunidad”.
Es bueno recordarle al candidato derrotado del PRD y a sus compañeros que el Estado en su concepción tradicional está integrado por tres poderes: el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial, que además de esos poderes conforman el Estado diferentes instituciones que en orden de jerarquía e importancia son: las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y las de servicios públicos, entre las cuales podemos citar la Universidad Autónoma de Santo Domingo, la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales, el Instituto Nacional de Aguas Potables (INAPA), la Corporación de Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD), etc. Lo que obliga a pensar que no fueron los legisladores, los jueces, los militares ni los policías, que derrotaron al PRD; que hay cientos de perredeístas en el Poder Legislativo, en el Judicial, en las Fuerzas Armadas y en las Instituciones de servicios públicos.
El PRD perdió las elecciones frente al PLD y su candidato porque la mayoría de nuestro pueblo, que es un pueblo valiente, inteligente, prudente, con poder de decisión, sufrió en carne propia en sus necesidades más perentorias la irresponsabilidad e incapacidad burocrática en el manejo administrativo del Estado, que el gobierno perredeísta, del PPH, impuso por cuatro años. Está bueno de disparates y absurdos, respetemos a nuestro pueblo por ahora y siempre.
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