miércoles, mayo 28, 2008

Consumado está (2 de 2)


El Nacional, Vespertino Dominicano

POR PEDRO P. YERMENOS FORASTIERI Después que las aguas vuelvan a su nivel, es decir, cuando retornen los tiempos de recuperar las inversiones realizadas, se encontrarán las maneras de que la rentabilidad resulte lo más lucrativa posible. El trabajo ha sido arduo, hubo que empeñarse a fondo porque no se trataba de seducir por convicción, sino de tasar dignidades famélicas para erogar la suma precisa en función del valor de lo adquirido. Hablo de valor material, porque ¿qué puede significar aquél que pone precio a su adhesión?. ¿Puede hablarse de lealtad en ese mercado de intercambios de baratijas en que quedó reducida la campaña electoral recién transcurrida?.

Con esas mescolanzas estrambóticas a las cuales se recurre en este país con el único y pueril objetivo de alcanzar el poder, nadie puede suponer que podrán unificarse los criterios mínimos necesarios para impulsar un proyecto de nación que nos coloque aún sea unos escasos peldaños más arriba de los puestos de vergüenza que ocupamos en todas las evaluaciones de desarrollo humano realizadas. En esa obscena disposición de llegar por llegar, está la causa fundamental de que continuemos señalados con tinta indeleble en el oprobioso mapa de los países atrasados.

Satisfacer las apetencias insaciables de esos que pretenderán redituar con creces los espaldarazos ofrecidos, dejará muy poco margen para las inversiones que se precisan. Saldar las deudas contraídas en campaña es lo que tiene atiborradas de parásitos nuestras legaciones diplomáticas; lo que hace crear secretarías y subsecretarías sin respaldo legal; lo que alimenta nominillas de los zánganos compañeritos; lo que multiplica los asistentes civiles del presidente; lo que determina la asignación de obras de grado a grado; lo que permite las importaciones privilegiadas y lo que facilita las comisiones fabulosas a costa del erario.

En un momento en que tanto se habla de las profundas crisis que se avecinan, por aquí continuamos gastando como si nuestros recursos fuesen ilimitados. Los pobres parecen otros. La palabra austeridad ha sido extirpada del diccionario que se utiliza en el Palacio Nacional, salvo para sugerirla a los demás. Como siempre, el despilfarro mayúsculo en que se ha incurrido, intentará equilibrarse extrayendo más recursos de donde se succiona de manera habitual. Tres incrementos de impuestos en 4 años proporcionaron los fondos que se proyectaban dilapidar. Ahora hay que hacer el cuarto para que la fiesta pueda continuar.

Ante los nuevos escenarios, surgirá la necesidad de adecuar el marco jurídico para colocarlo al servicio de las renovadas ambiciones y pueda garantizarse la posibilidad de volver a aspirar o continuar al mando de un poder que sirve a la finalidad colectiva en inversa proporción que a los intereses particulares de sus detentadores. No importa lo que se haya dicho a este respecto; no importan los modelos y métodos constitucionales que apenas ayer se proclamaban defender. Las circunstancias serán siempre las que determinen el accionar de los irresponsables. La coherencia no es un valor compatible con sus esquemas oportunistas.

Sin resquicios de dudas, el episodio electoral que ha vivido la república será un eslabón perdido en los intentos de una nación por alcanzar un destino diferente al que le han deparado los mismos intereses, idénticos métodos y el tradicional accionar de aquellos a quienes ha vuelto a reciclar, sea porque estaban antes y vuelven, o porque continúen. La única forma de convertir este fracaso en una oportunidad, es decidiendo que nunca jamás volveremos a prestarnos para ser instrumentos útiles de tan abominables ejecutorias.

yermenossantos@codetel.net.do

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