domingo, mayo 18, 2008

SEGUIR HACIA DELANTE

Por JUAN T H

El presidente Leonel Fernández no ganó las elecciones del pasado viernes. Las compró.

Y tendrá que pagar un alto precio político, económico y social, más temprano que tarde.
Dentro de unos días, cuando pase la euforia del triunfo, cuando termine el circo, cuando nos enfrentemos a la realidad, despiadada y cruel, vendrán las lamentaciones.

Cuando ya no sea necesario subsidiar el arroz, el pan, la gasolina, el pollo, el azúcar y otros alimentos básicos de la canasta familiar; cuando haya que comprar el galón de gasolina a más de 200 pesos; cuando nos venga la crisis como un tsunami, entonces, solo entonces, lloraremos lágrimas de sangre.

No hay manera de reponer el daño económico y el daño moral que le hizo el presidente Fernández a este país durante la campaña electoral.

No hay manera de reponer el daño que se le hizo a las instituciones del Estado, a la justicia, cuya Suprema Corte quedó evidenciada como un organismo irresponsable que puso los intereses personales de algunos jueces por encima de los intereses del país y del sistema judicial. No hay manera de reponer el daño al Congreso Nacional que ha pasado a ser un sello gomígrafo del poder Ejecutivo.

No hay manera de reponer el daño producido al sistema de partido, pues el presidente de la República se planteó como meta destruir a la oposición, a tal grado que el Partido Reformista perdió hasta sus estatus jurídico al sacar menos del 5 por ciento de los votos emitidos en las elecciones.

Y lo hizo a base de dinero comprando a sus principales dirigentes y militantes. El presidente destruyó al Partido Reformista, el partido fundado por el doctor Balaguer, el hombre que le regaló el poder. El daño moral que le ha producido el presidente a los medios de comunicación y a los periodistas que se convirtieron en bocinas, no tiene cura en muchos años.

El presidente Fernández no ganó las elecciones, las compró. Y la compró ante los ojos de todos. Nunca antes el proceso electoral había sido tan viciado, tan corrompido, tan sucio ni tan perverso.
Entre subsidios y compra de dirigentes y militantes opositores el presidente debió gastar más de cien mil millones de pesos del presupuesto nacional, algo sin precedentes.

Por eso digo que el presidente no ganó las elecciones del viernes, las compró. Y para validar esa acción estaba la Junta Central Electoral que no tenía más alternativa que legitimar su “triunfo”, porque no está en sus manos hacer más que lo que hizo.

Y creo que lo hizo bien dentro del marco de sus posibilidades legales. Adoptó medidas que impidieron que la compra fuera más bochornosa de lo que fue. Pero el tema de la JCE, de las elecciones y demás, tendrá necesariamente que ser discutido seriamente porque lo que acaba de suceder no puede volver a pasar jamás.

Un presidente no puede disponer del dinero del Estado a manos llenas sin recibir ninguna sanción.

Advierto que ahora el presidente Fernández intentará modificar la Constitución de la República para quitar el “nunca jamás” después de dos períodos consecutivos, como ya lo anunció durante una entrevista. El vuelve y vuelve en el 2012, no se hará esperar.

A pesar de “perder” las elecciones el PRD salió fortalecido pues se consolida como la principal fuerza opositora. El presidente Fernández intentará también debilitar o destruir al PRD para poder concretar sus planes continuistas, pero no le será tan fácil. El PRD tiene que abocarse a una discusión interna seria, pues dije muchas veces, y lo repito, que la campaña del PRD estuvo mal diseñada y mal dirigida desde el principio. Pero nadie les hizo caso a los que pensábamos de ese modo. Al contrario, nos marginaron.

Durante meses el candidato presidencial no era candidato del PRD parecía no tener partido. El PRD estuvo en el sótano, guardado. El repunte de Miguel Vargas se produce justamente cuando aparece en escena Hipólito Mejía, cuando se aplica la línea de masas y las bases se movilizan.

Pero la medicina llegó tarde. Ahora, ¿qué queda? Que el PRD se recomponga, que esa dirección, que probó su incapacidad por segunda vez en un proceso electoral, se aboque también a un proceso crítico serio tan pronto pase la resaca de las elecciones. La mediocridad y el sectarismo no pueden dirigir al PRD.

El pueblo dominicano tiene ahora, como instrumento de lucha fundamental, al PRD. A este país le vienen momentos muy difíciles en los próximos meses.

Y para enfrentar la dictadura de partido único que pretende instaurar el presidente Fernández, es preciso que el PRD se unifique en torno a una dirección seria y capaz, integrada, como decía Peña Gómez, “por lo mejor de lo viejo y lo mejor de lo nuevo”. Una dirección de hombres y mujeres que no les tiemble el pulso, que no dé un paso atrás ni para tomar impulso, hombres y mujeres valientes.

El PRD necesita una política de alianza más conceptual, más programática con las demás fuerzas progresistas y revolucionarias; con las organizaciones sindicales y de la sociedad civil. En definitiva, el PRD tiene que prepararse para el futuro inmediato si de verdad quiere seguir siendo “el partido de la esperanza nacional”.

El presidente Fernández se ha mostrado en cueros, no oculta sus intenciones de seguir indefinidamente en el poder. Sus ambiciones lo convierten en un personaje que nada le importa más que el poder. Y para lograrlo, y para mantenerlo, nada le importa… Políticamente está entre Trujillo y Balaguer. Y todos sabemos lo que eso significa. Esa etapa dictatorial el pueblo dominicano la vivió y la sufrió en carne propia. De nuevo tendrá que enfrentarla al costo que sea necesario.

(En lo personal no me siento derrotado. Estoy en paz conmigo mismo. Hice lo que tenía que hacer. Y para mi el deber cumplido es lo más importante)

No hay comentarios.: