Listín Diario, Matutino Dominicano
Introito
Jaime Aristy Escuder -
La economía dominicana se encuentra al borde del colapso. La política económica ejecutada por Leonel Fernández en los últimos meses ha desajustado las finanzas públicas, obligando al Banco Central a vender una masiva cantidad de dólares para evitar la devaluación del peso. Asimismo, se observa un aumento de las tasas de interés que tiende a deteriorar la calidad de la cartera de la banca, disminuyendo su nivel de solvencia. Todo esto complicado por la crisis financiera de Estados Unidos y el incremento del precio del petróleo.
Entre enero y mayo de este año las autoridades gubernamentales desbordaron el gasto público a niveles alarmantes. Según informaciones oficiales, el gasto corriente se elevó en 40% en los primeros meses del año con relación al año anterior, produciendo un significativo deterioro del saldo de las finanzas públicas. El excesivo gasto en propaganda, en la nominilla CB, en subsidios a la electricidad, GLP y alimentos, y en nombramientos de dirigentes de la oposición llegó a niveles que atentan contra la estabilidad macroeconómica.
El impacto del alocado gasto público sobre los precios fue inmediato. La tasa de inflación anualizada en base a la variación del índice de precios al consumidor de marzo y abril se situó en 23.8%, sugiriendo que el exceso de gasto público ha estado traduciéndose en un acelerado proceso de reducción del poder de compra de los consumidores dominicanos. A esta administración no le ha bastado reducir el poder adquisitivo mediante tres reformas tributarias, pues también se ha empeñado en elevar todos los precios, en particular los de la canasta de bienes que representa la mayor parte del consumo de los más pobres.
El aumento de los precios ha deteriorado la competitividad de los sectores productivos nacionales. Los mayores costos de producción impiden que las exportaciones puedan aumentar y estimulan las importaciones de bienes sustitutos. Por ese motivo el balance de la cuenta corriente de la balanza de pagos pasó de un superávit de US$1,047 millones en el 2004 a un déficit de US$2,230 millones en el 2007. El abrupto descenso de la competitividad nacional se ha complicado por la recesión en EEUU que tiende a reducir la demanda de los productos dominicanos y el aumento de los precios del petróleo que ha incrementado sustancialmente el valor de las importaciones.
Ante el deterioro de las cuentas externas, el Banco Central se vio obligado a vender reservas internacionales netas para evitar la devaluación del peso. Al igual que hicieron en los primeros meses del año 2000, las autoridades monetarias vendieron en los primeros cinco meses del año alrededor de US$281 millones de reservas internacionales, contrastando con el incremento de las reservas -por la suma de US$430 millones - que se registró en el mismo período en el año 2007. Con esa venta de divisas se le quitó presión al mercado cambiario y se mantuvo relativamente estable la cotización del peso con relación al dólar.
Lamentablemente, la experiencia internacional revela que ningún país ha logrado mantener estable la tasa de cambio vendiendo sus reservas internacionales. Chile, Inglaterra, México, Corea del Sur, Rusia, Brasil y Argentina son algunos casos de países que fracasaron en el intento de estabilizar la tasa de cambio vendiendo las reservas internacionales al mismo tiempo que mantenían un desajuste en la demanda agregada, tal como ocurre en la República Dominicana producto del excesivo gasto público.
El aumento de precios y de la tasa de cambio elevará la tasa de interés nominal promedio en el sistema financiero nacional, pues de lo contrario la tasa de interés real sería negativa y se registraría una fuerte salida de capitales. Ese incremento reducirá la capacidad de los prestatarios de cumplir con sus compromisos financieros, repercutiendo negativamente sobre la calidad de la cartera de la banca. En consecuencia, es previsible que el desajuste macroeconómico creado por la política económica de Leonel Fernández se traduzca en el deterioro de la solvencia de la banca dominicana. De esto se desprende una recomendación para los banqueros: mientras el gobierno actual no aplique una verdadera política de austeridad del gasto público, aumenten el nivel de capital de sus bancos para minimizar la probabilidad de que se registre el colapso de alguna de las instituciones financieras de la República Dominicana.
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