El Nacional, Vespertino Dominicano
POR GUIDO GÓMEZ MAZARA
Los resultados electorales del pasado 16 de mayo representan el mayor desafío que tenemos los perredeístas. Y es que las sumatorias conseguidas constituyen una legitimidad en el seno de la población que ha hecho del partido blanco un instrumento de enorme afinidad con los intereses de las mayorías nacionales.
Determinar con inteligencia las fallas y aciertos del proceso no puede dar paso a la irracional postura que nos coloca en la ruta de rebatiñas y retaliaciones capaces de devolvernos a episodios superados. El éxito de la candidatura de Miguel Vargas Maldonado consistió en articular una red de lealtades de segmentos tradicionales que, en pasados procesos, no se integraron con la intensidad deseada en procura del triunfo del partido. Eso sí, preservar los anhelos de unidad requiere de un alto nivel de madurez de todos los sectores del PRD y al pasado candidato presidencial no se le puede colocar en la lógica de pugilatos insustanciales que podrían diluir sus futuras potencialidades.
Ahora que el gobierno intentará colocarle todas las trampas al PRD con la perversa intención de hacerlo socio de las dificultades que se avecinan en el litoral nacional resulta indispensable afinar la maquinaria partidaria y modelar los criterios que nos obligan a un ejercicio opositor duro y en capacidad de hacer propuestas sabias e inteligentes. Si los perredeístas queremos recuperar la preferencia de los ciudadanos no podemos inclinar la balanza para estructurar un ejercicio opositor caracterizado por gente que le suden las manos, sean chantajeables por el gobierno y no resistan las tentaciones y ofrecimientos indecentes.
El gobierno del PLD seguirá reproduciendo el esquema de dividir hacia lo interno del PRD y para esos fines procurará colocar en el tren gubernamental a gente vinculada al partido blanco. Además, el que lee con inteligencia los lanzamientos oficiales tiene que llegar a la conclusión de que se estimula un enfrentamiento entre Miguel Vargas Maldonado e Hipólito Mejía. Ambos poseen el elemental sentido de inteligencia para no dejarse provocar por los adversarios que, tendrán caja de resonancia si gente nuestra pierde de vista una de las fatalidades de la lucha política: las coincidencias con los contrarios nunca redunda en beneficio del interés perredeísta.
Los ciudadanos que se levantaron temprano a votar a favor de la candidatura del PRD aspiran a un partido que asocie sus reclamos diarios al anhelo de la gente y que enfrente con bastante inteligencia una administración con perfiles de intolerancia y seducida por un triunfo que levanta la histórica tendencia hacia la arrogancia propia de litorales morado.
El PRD está en buen camino y para entender las históricas tendencias del comportamiento electoral debe recordar que los avances en simpatías tanto en el 1994,1996 y 2002 constituyeron el preludio de victorias. Ahora bien, lo que no nos perdonará la sociedad dominicana es ese afán de desbordamientos tan propios de la cultura política y el inusitado esfuerzo de perpetuación de tradicionales dirigentes que deben de acostumbrarse a entender que los cambios y anhelos demandados en la nación nos obligan al reacomodo de roles.
Las circunstancias marcan un modelo de comportamiento inteligente en capacidad de distinguir nuestros reales objetivos y asociarlos a la agenda nacional para que los ciudadanos se sientan en sintonía con la organización. Y es que los perredeistas no podemos caer frente al acoso de reputadas instancias de poder capaces de promover todo su andamiaje contra las aspiraciones del partido, pero siempre aptas para procurarnos cuando sus pupilos están frente a desafíos patrios capaces de reducirlos en la estima pública.
El desafío está a la vista. Ojalá tengamos la inteligencia y ponderación para no defraudar a esa mayoría que salió a depositar su voto a favor del cambio posible.
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