La prevención de futuros delincuentes, se logra con la creación de oportunidades, y los que ya son delincuentes se combaten con medidas enérgicas de control y una posterior reformación social.
Por Milton Morrison / El Caribe
En los últimos años la delincuencia parece haber asaltado nuestra nación. Recuerdo que cuando niño una de las características que más resaltábamos como país era su seguridad en las calles, la paz y el sosiego, a pesar de las desventuras económicas.
Una de las mejores demostraciones de cómo un ente social sano se convierte en delincuente la aprendí al ver la película John Q, protagonizada por Denzel Washington.
En este filme se revelaba cómo por la falta de oportunidades en determinadas circunstancias, la desesperación lleva a un ser humano a la frontera donde la honestidad y la racionalidad se confunden y derivan en actos delictivos.
Es por eso que siempre he creído que la República Dominicana ha tenido muchos John Q, que han cruzado la frontera racional y han hecho de la delincuencia su modo de vida.
La pobreza, la marginación social, los contravalores morales y éticos, que algunos dominicanos y dominicanas han enarbolado a través de sus acciones, asociados con la falta de oportunidades a los jóvenes, han contribuido a la degeneración social que es la delincuencia. Por tanto, y en contraposición, la estabilidad económica, la inversión social y la redistribución de la riqueza son armas poderosas para la delincuencia.
La prevención de futuros delincuentes se logra con la creación de oportunidades, y los que ya son delincuentes se combaten con medidas enérgicas de control y una posterior reformación social. La vida de cualquier ser humano vale más que la inversión que hay que hacer en los cuerpos castrenses en pos de mejorar los controles y seguimiento a la delincuencia.
Por desgracia, nuestro sistema carcelario es fallido. Los que delinquen no son reformados, más bien encuentran en las cárceles un caldo de cultivo para reafirmar sus conductas. Se debe reevaluar el sistema de fichaje del delito y dar seguimiento a los ex reclusos, para lograr su reinserción positiva en la sociedad.
Los grados de delincuencia en nuestro país obligan a zonificar los delincuentes por áreas.
Y las comunidades, con el apoyo de las autoridades policiales y militares, deben crear redes del tipo “delincuencia cero”, con mecanismos de denuncias efectivos, para que las autoridades puedan darles seguimiento a los delincuentes.
El combate de la delincuencia debe involucrar tanto el aspecto correctivo como el preventivo.
No obstante, la delincuencia debe combatirse desde la raíz. La Policía Nacional no puede actuar sola ni al margen de los esfuerzos que debe realizar la sociedad en su conjunto.
Milton Morrison es ingeniero
jueves, mayo 22, 2008
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