martes, mayo 06, 2008

La columna de Miguel Guerrero

Por Miguel Guerrero / El Caribe

Si bien el país ha gozado de relativa estabilidad macroeconómica y el Gobierno ha logrado mantener el mercado cambiario sin sobresaltos, la idílica idea de una economía sana y totalmente recuperada es un vano ejercicio de malabarismo retórico que la contundencia de los hechos pone a rodar por el suelo.

La triste realidad es que los problemas de la economía son hoy tan grandes como en cualquier otro momento pasado difícil, con un nivel de incertidumbre creciente e inquietantes interrogantes sobre el futuro inmediato.

El país celebrará, como establece la Constitución, elecciones el 16 de este mes para escoger entre un presidente que aspira a reelegirse y varias opciones de oposición, una sola de las cuales tiene reales posibilidades de triunfo.

Cualquiera sea la decisión que tome la mayoría de los electores, el camino que se abrirá con el nuevo mandato estará lleno de dificultades. La eventual reelección del presidente lo enfrentaría a una nación deseosa de cambios y de acciones dirigidas a un uso racional de los recursos públicos y una adecuada definición de las prioridades nacionales.

Lo que fue incapaz de realizar en cuatro años le resultará difícil de emprender en un nuevo mandato que vendrá preñado de demandas y presiones populares abrumadoras.

Si Fernández llegara a reelegirse, el país se vería ante un gobierno envejecido el mismo día de su nacimiento.

Su verbo no tendría ya el mismo encanto. A la oposición tampoco le será fácil la tarea. Lo que encontrará podría ser superior a la capacidad de la nación para encararlo y tendría que cargar con el peso de una agobiante deuda y un cúmulo de demandas que probablemente la desvíe de sus verdaderos objetivos.

La ilusión de progreso en que hemos vivido se disipó. Su eventual reelección enfrentaría al presidente Fernández a realidades de amargo sabor que la fantasía del metro le han mantenido ocultas.

Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do

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