sábado, mayo 03, 2008

La columna de Miguel Guerrero

Por Miguel Guerrero / El Caribe

El ingente proselitismo en el ámbito oficialista tiende a cuestionar los pronósticos de las encuestas que dan al presidente Fernández como un seguro ganador en una primera ronda de votación.

La gente común comenta que si la reelección estuviera asegurada no tendría justificación alguna el brutal y costoso despliegue de publicidad, así como la incansable búsqueda de apoyo externo, violando los espacios de otros partidos políticos en procura de adhesiones individuales con más peso mediático que electoral.

De todos modos, nadie posee una bola mágica capaz de anticiparnos lo que habrá de suceder.

El resultado de las elecciones del día 16 no puede predecirse sólo en base a la percepción de grupos, ni por la impresión que pueda captarse en las calles, como tampoco por los reclamos crecientes que dominan el clima electoral. Las dos semanas finales del proceso serán sin lugar a dudas decisivas y decidirán las elecciones.

Los afanes y aprestos a favor de la reelección han subido el precio de las adhesiones de último momento y esto podría ser una señal de que las cosas no marchan allí tan bien como se decía.

La mayoría de los trasiegos a favor de su candidatura tienen un costo muy alto para el presidente, quien luce decidido a pagarlo, a costa de inconformidades dentro de su propio litoral partidario.

El resultado de esto no podrá cuantificarse hasta el 16 de mayo. Lo cierto es que el valor político de esas adquisiciones que tantas críticas le han granjeado al mandatario, no va más allá del voto que cada una de ellas representa. Gane o pierda, el presidente Fernández se enfrentará a una encrucijada.

Si ocurre lo primero, le esperarán tiempos difíciles cuajados de graves demandas y presiones económicas que podrían convertir la victoria en una amarga derrota. Si es enviado a su casa, podría verse obligado a responder a asuntos que hoy sólo parecen temas de campaña.

Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do

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