Elecciones en 1966
En 1966, una experiencia de cierto parecido operó en las elecciones de mayo, aunque en sentido adverso a Juan Bosch y al Partido Revolucionario, que acababan de aparecer ante el país y ante el mundo a la cabeza de la revolución constitucionalista y guerra patria que trató de restablecer al gobierno y a la constitución del primero, derrocados en setiembre de 1963, siete meses después de juramentarse.
Bosch y el PRD habían sido la cabeza visible de la revolución, aunque el primero se mantuvo en el exilio hasta el 25 de setiembre de 1965, en un movimiento que no sólo enfrentó y venció a las Fuerzas Armadas “regulares” sino que lo hizo también contra la invasión militar de Estados Unidos desde el 28 de abril.
Bosch no pudo salir a hacer campaña electoral frente al candidato Joaquín Balaguer, quien contaba con la bendición norteamericana en el país ocupado todavía por la invasión, y la votación por este candidato es posible que hiciera innecesario un fraude de magnitud, tal y como los que en lo adelante manipularía Balaguer.
Parte de la población de los centros urbanos, y un área menor en el campo, daban por sentado que los revolucionarios constitucionalistas y antiyanquis triunfarían. No fue así porque lo determinaron la presencia de las tropas norteamericanas y otro tipo de fraude directo e indirecto.
En las conversaciones de grupos de amigos en calles y parques y en las opiniones en guaguas y carros públicos, “respaldadas” por un silencio que se creía de asentimiento y consentimiento, predominaba la preferencia de los revolucionarios constitucionalistas, liberales y de izquierda.
Pocas personas se atrevían a expresar simpatía por Balaguer, no sólo de la primera fila de colaboradores del tirano Rafael Trujillo sino un candidato de derecha al que respaldaba de manera pública el gobierno norteamericano que había ordenado la invasión militar contra los perredeístas, liberales y la izquierda constitucionalistas.
Se repetía la creación de una opinión pública que no era real y que no correspondía al sentido práctico y conveniencia de la mayoría de la gente en las ciudades y los campos.
Pero el sector más activo de la opinión pública, que no era el mayoritario, manifestaba en público y sin contradicción su sentimiento liberal y de izquierda perredeísta y constitucionalista y entendía que con ello expresaba la tendencia de la mayoría.
Entre el 16 y el 17 junio de 1966 se convencería de que no era así. Las estructuras de poder –empresariado y fuerzas armadas-, reorganizadas y empoderadas de nuevo por el apoyo de Estados Unidos, decidieron las elecciones a favor de Balaguer.
Y en julio empezó una historia de corrupción, asesinatos, encarcelamientos y deportaciones que pocos dominicanos querrían recordar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario