sábado, mayo 10, 2008

Votar por Miguel: tres razones y una esperanza

Listín Diario, Matutino Dominicano

EN PLURAL

Yvelisse Prats-Ramirez de Pérez

Esta semana escribo más En Plural que nunca, porque me siento parte responsable y deliberante de la gran cohorte de dominicanos y dominicanas que votaremos el próximo viernes 16 de mayo.

Con ellos/as, entre ellos/as, quiero reflexionar sobre nuestro voto, tratando de meterme por lo menos un poco dentro de la piel de los otros/as, sin renunciar a mi identidad perredeista, que se ha ido formando durante cuarenta y siete años alimentada con mi sangre y mis huesos.

Varios porqué deben unirnos a dominicanos y dominicanas en la intención del voto, sobre todo a los que hemos conservado nuestra mirada abierta y nuestra razón despierta para exorcizar la mala magia de los hechizos mediáticos.

El primer PORQUÉ es “claro como una lámpara simple como un anillo”, diciéndolo con versos de Pablo; decidir la opción buena entre una potencial dictadura y la preservación de la todavía incompleta, por eso mismo prometedoramente perfectible democracia.

Aunque podría parecer que treinta años de tiranía trujillista son un mentís a nuestra vocación democrática, lo cierto es que nos la hemos jugado, a lo largo de una historia revuelta, para buscar, construir, reconstruir y ampliar la democracia. Aún antes de que conceptualizáramos el vocablo, la Constitución de 1857 fue una expresión de rebeldía serena frente a los arquetipos totalitarios, y la reelección se consideró desde aquella época como una negación explícita de la esencia misma de los procesos electorales.

El largo tiempo de la tortura y de la muerte no pudo destruir el anhelo democrático, que iluminaba tibiamente las mazmorras, acompañaba a las viudas y a los huérfanos, y también, a los desterrados. Luego, en 1961, el PRD llegó al país, y la democracia que era lema y deseo en el exilio nació realmente, chiquitica y precaria, pero viable, en la República Dominicana.

Paradójicamente, el respeto infinito a la democracia de Juan Bosch precipitó al país en la gran quiebra antidemocrática del Triunvirato, el Diunvirato, Donald Reid. La Guerra de Abril fue un haz de valentías, queriendo reivindicar la constitución de 1963, la más democrática de nuestra historia.

Después hubo el paréntesis de los doce años (y otro de diez, pero ya más atemperado) en que la democracia anduvo casi perdida. Se albergó en la UASD, en las asociaciones y los gremios que reclamaban a gritos, a veces entre balas, su retorno al Palacio Nacional.

El gobierno de Antonio Guzmán la recuperó en nombre del PRD, gobernó con ella guiándolo, y la dejó crecida políticamente, en la confianza de que la sociedad y los partidos políticos le celebraran pronto su mayoría de edad.

Ahora, esa democracia que el PRD sembró a su llegada, y que don Antonio abonó en 1978 limpiándola de la cizaña, está en peligro.

Soberbias actitudes mesiánicas, prepotencia más allá de los antiguos límites, liderazgo individual en solitario que hace trizas los modernos modelos de gestión participativa, y una arrogante insensibilidad frente al dolor y la miseria que espanta: la reelección, siempre mala en nuestro país, se constituye en lo peor con la intención y la voluntad dictatorial del doctor Leonel Fernández.

¡Oh Dios! Quisiera en este momento tener la lengua de los viejos profetas que predicaron y amonestaron a sus pueblos advirtiendo el peligro, señalando la ruta para salir del desierto y arribar a la Tierra Prometida, después de romper los falsos ídolos. Pero no emerjo de la Biblia, soy apenas una vieja maestra que debo comunicar mi advertencia asustada seis días antes del 16 de mayo.

Los/las jóvenes, que se han acostumbrado a hablar sin miedos han de votar para que no los silencie la dictadura que se abalanza. Los padres y las madres, los abuelos que sobrevivimos a ese pasado oscuro, tenemos que votar para que no regrese, sin bicornio emplumado, el Fantasma.

Los que creemos en la pluralidad, en el respeto a la otredad, en aceptar y disfrutar las diferencias, rechazando el corset ortopédico de la homogeneidad neoliberal, debemos votar contra una unicidad mal entendida que paralice el cuerpo social dominicano alrededor de un solo líder, un solo partido; el comesolismo que se establecería, ¡ay! por muchos años más, si nos equivocamos fatalmente el 16 de mayo.

Ciudadanos y ciudadanas; les estoy pidiendo que votemos el próximo viernes en el recuadro número DOS por Miguel Vargas Maldonado, por el Partido Revolucionario Dominicano. Ejerzamos el derecho, inembargable todavía, de apostar por la democracia. Hagámoslo para que no produzcan en nuestra Constitución otra reforma bastarda que la prive del “nunca jamás”, único vestigio de decoro que quedó después del gran error histórico que introdujo la reelección en el texto Constitucional.

Votemos, es la primera razón ciudadana, por la democracia, si queremos seguir viviendo en ella, para ampliarla y mejorarla.

El segundo porqué nos convoca alrededor del inexcusable apremio del cambio. Miguel Vargas Maldonado es la oportunidad que podemos ofrecernos para que algo se mueva en el agua estancada del “más de los mismo” que nos está ahogando. Sin los cambios, las sociedades se petrifican o retroceden hacia pozo insondables. Con el cambio, se cumple la ley de mutaciones que rige el progreso, esa palabra tan manoseada ahora cuyo verdadero sentido debemos recuperar. El “cambio sin violencia” de Antonio Guzmán es la expresión clara de la vocación del PRD por las transformaciones sociales, no en vano somos socialistas democráticos, nuestra adscripción a la Internacional Socialista nos coloca en la franja de izquierda moderna que se identifica con el cambio.

La tercera razón de votar por Miguel, además de la apuesta por la democracia y por el cambio, demostrará nuestra actitud inteligente en el análisis y evaluación de la situación internacional. Es un absurdo y una burla a la lógica la afirmación del presidente Fernández de que el precio del petróleo, la escasez alimentaria, ¡y la recesión en Estados Unidos! jugarán a favor de la República Dominicana.

Lo verdadero es que esta crisis mundial nos golpeará, y muy duro, y muchísimo más si Dios no mete su mano todopoderosa y nosotros nuestros votos en las urnas, para evitar que el PLD tenga el chance de repetir ostentaciones y despilfarros.

La crisis la percibimos todos y todas, menos los optimistas del electorero equipo peledeista, con su manager al frente. Y la lógica geopolítica señala que sus efectos serán mucho más graves en países subdesarrollados como los nuestros, por aquello de que somos globalizados, no globalizantes. O sea, dicho en el viejo argot de Jaguaribe, Cardoso y Faleto, dependientes, como antes.

Frente a las dificultades que sí vienen, comparto con todos/as los/las dominicanos/as una frase que me dijo una persona muy querida: “Un gobierno viejo con problemas nuevos, no resiste el embate” ¿Qué podría hacer el PLD desgastado en su turbio ejercicio del poder durante tantos estériles años, cómo seguiría engañando a todo el mundo durante todo el tiempo, cómo detener el oleaje furioso de un pueblo frustrado?

Necesitamos un gobierno nuevo, ideas nuevas, creatividad no embotada, renovada fe en el destino de la patria. Necesitamos a Miguel Vargas. Votar por Miguel es también darnos a nosotros mismos a nuestra decencia, a nuestra inteligencia, un voto de confianza. Y asirnos, para sobrevivir, a la esperanza. Sobrevivientes, los espero en las urnas, el próximo viernes, bien temprano.

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