sábado, mayo 10, 2008

Sin temor ni favor


Por Luis H. Arthur S. / El Caribe

Asaltantes ignorantes

Viernes 2 de mayo, 7:20 am, avenida Los Conquistadores, parte norte del Jardín Botánico, de 4 vías con camellón en el centro, pasando la calle Proyecto, a unos 100 metros antes del Colegio Technicis, caminábamos mi esposa y yo hacia la República de Colombia. Iba unos 10 ó 15 pasos delante.

Era un sitio estrecho bajo un frondoso árbol y con verja de rejas para proteger de una profunda hondonada.

Oigo a mi esposa exclamar ¡Hey!, vuelvo la cabeza y pregunto ¿qué pasa? Ese tipo me arrancó la cadena. Una cadena de oro delgadita con un pequeño crucifijo que mi hijo en Monterrey, hace dos semanas, se quitó y puso en el cuello de su madre. Veo a un joven oscuro, ágil, que corre por la tercera vía, de buena envergadura.

Yo le grito que se pare, le recuerdo la profesión sexo-comercial de su santa madre y lo persigo.

Ningún carro pasa, nadie a la vista a no ser un “guachimán” que venía unos 60 metros detrás.

El joven corre y va volteando. Yo corro y él salta al asiento de una moto Honda sin placa en la que un compinche lo esperaba unos 50 metros adelante y parten raudos y veloces.

Voltea la cara, me mira y se ríe, y es que ver a un viejo corriendo detrás de un veinteañero, sin saber qué iba a hacer si lo alcanzaba, tenía que motivar risas. Gracias a Dios que no andaba armado, pues si lo hubiese herido o matado, hoy estaría en demasiados problemas.

Lo primero hubiera pasado la de Abel por escribir sobre el Presidente que hablaba bonito y sus funcionarios. Iban a gozar.

Ese joven se convertiría en un santo varón, sostén de 5 generaciones para arriba y para abajo. Sus familiares me iban a asediar y los picapleitos no me dejarían vivir.

De los días que iba a pasar en la cárcel quizás saldría desconsiderado y hasta violado. Montado en el Metro de la modernidad. Metro-sexual. Afeitándome las cejas, todos los pelos del cuerpo, usando maquillajes, perfumes, ropa de marca, manos suaves y uñas pintadas, y gesto de desdén.

No fuí a la Policía. Amén del picoteo, podría encontrarme con los asaltantes tomándome la querella y luego venganza.

El miércoles, pero en la República de Argentina, los mismos asaltaron a otra caminante. ¿Acaso no saben que vivimos en el país más seguro de América y del planeta? ¡Cuídense, que parece que no se han dado cuenta...! ¿O es otra mentira?
luis@arthur.net

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