viernes, mayo 02, 2008
Sin temor ni favor
Por Luis H. Arthur S. / El Caribe
¿Nunca más…?
Ayer hablaba del ejemplo de sacrificio de las Hermanas Mirabal, del mensaje que su panteón como Flor de los Vientos pienso que irradia a los cuatro puntos cardinales, para que su martirio, su muerte, en pos de la eliminación de un tirano cruel y despiadado ¡nunca más! vuelva a repetirse, que la democracia efectiva impere como medio justo de encontrar solución armónica a todos los problemas a que el devenir nos enfrenta.
Decía que era como un “recordatorio a todos, empezando por los de casa, de que debemos ser vigilantes para que ¡nunca más!”
Al decirlo quería referirme principalmente a los políticos de la familia: a Minou, hija de dos héroes: Manolo y Minerva, congresista; y a Jaime David, hijo de doña Dedé, en política el mayor aunque el más chico cronológicamente, quien ocupó la Vice-presidencia en el anterior gobierno del PLD, y que fue puesto a invernar aparentemente para siempre, y que siendo psiquiatra está en mejores condiciones que la mayoría para interpretar conductas, detectar patologías y predecir desenlaces.
Ambos militan altamente en el PLD. Y quizás por estar tan arriba, tan cerca, tan metidos, no tienen la perspectiva del que alejado mira y compara, y cree ver deseos marcados de similitudes de ese partido y su líder con el Partido Dominicano y el suyo, a quien se debe la tragedia familiar y la orfandad física, reemplazada por un ideal de vigilancia perpetua y de compromiso.
Leonel internamente acaba con todo opositor. Destruye al que lo adversa y no puede comprar, hace de esa institución no un organismo de esperanza y promoción, sino de sumisión y loas a un predestinado que castra a todos y modifica su esencia.
Que acaba con otros partidos, comprando a sus miembros señeros, minimizándolos, destruyéndoles, para no tener oposición. Hoy lo hace con dinero.
Conculca con ese actuar la democracia, y hace descaradamente lo que quiere, sin miramientos a Constitución, leyes, ética, moral o buen gobierno.
Son presagios tenebrosos de lo que ya vivimos varias veces. Origen a ese triste panteón, de mártires coronados con laurel, que envía su mensaje de esperanza, y nos exhorta a no permitir nunca más el culto a la personalidad, el tiranismo, la conculcación de la libertad y el creer en predestinados.
luis@arthur.net
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