lunes, mayo 12, 2008

A LOS OBSERVADORES ELECTORALES

El Nacional Vespertino Dominicano

Por JUAN Taveras Hernández

En realidad las elecciones de este 16 de mayo debieron haber sido suspendidas hasta nuevo aviso, hasta que fueran creadas las condiciones para unas elecciones limpias, democráticas, donde estén dadas todas las garantías constitucionales que permitan que la gente acuda a las urnas sin presiones ni chantajes políticos; una elecciones donde se pueda competir en igualdad de condiciones.

En realidad los partidos de oposición, junto a las organizaciones populares, como los sindicados, asociaciones de profesionales, las iglesias, sociedad civil, etc., debieron parar el curso del proceso electoral viciado y corrompido por el gobierno del presidente Fernández.

En realidad la oposición debió unirse el año pasado cuando el gobierno comenzó a comprar lo que antes decía que no servía, cuando comenzó a convertir el Palacio Nacional en algo parecido al vertedero Duquesa. Debió unirse en torno a un solo punto: Igualdad de condiciones en la contienda electoral. Es decir, no al uso de los recursos del Estado para subsidiar la reelección, para comprar la Opinión Pública y convertir a la prensa en una bocina, y a los periodistas en simples velloneras. No a la compra de dirigentes y militantes de oposición, no al uso de las Fuerzas Armadas y la Policía.

La oposición debió llevar al gobierno del PLD “a su propia legalidad”.política y moral, como se lo exigió el profesor Juan Bosch al doctor Joaquín Balaguer hace muchos años.

El gobierno se planteó destruir a la segunda fuerza política opositora. De un 20% que más o menos tenía el Partido Reformista y su candidato Amable Aristy Castro lo redujo a sólo un 5 o 6 por ciento comprándoles a sus principales dirigentes y militantes ante la mirada de todos. Con los recursos del Estado el presidente Fernández le ha quitado 15 puntos, al Partido Reformista. Sin esos 15 puntos y sin los votos que les sumarían los “aliados”, que también les han costado una fortuna al Estado, el presidente Fernández no pasaría de un 20 o un 25 %. Como mucho. Quiere decir que estamos ante un presidente impopular, que no puede competir limpiamente, que se ha valido de trampas y del uso de los dineros públicos para cambiar la realidad electoral, cosa ésta que no es nueva. Ya lo hizo en la contienda interna del PLD contra su amigo casi hermano Danilo Medina. También lo hizo en las elecciones municipales del 2006 cuando personalmente salió pueblo por pueblo a imponerse a fuerza de papeletas, el Congreso del Progreso.

Todas las fuerzas vivas de la nación debieron levantarse para evitar que el presidente de la República intentara mantenerse en el Palacio Nacional sobre la base de la corrupción y del engaño.

No es un problema de simpatías partidarias, ni de candidatos. Supongamos que ninguno sirve o que uno sea mejor que otro. Incluso usted puede creer que Fernández es y ha sido el mejor presidente que ha tenido el país en toda su historia. Ahora bien, de lo que se trata es del respeto a la ley, se trata de valores éticos y morales. Es algo de principios. Es que la política no se puede degradar tanto, es que la figura presidencial no puede descender tanto, es que la palabra de un presidente tiene que tener un valor especifico, es que un proceso electoral no puede ser llevado al fango por la ambición de un hombre que ha hecho de la corrupción un instrumento de poder. Me he preguntado, ¿cuándo fue que el PLD perdió el rumbo? ¿Cuándo fue que el PLD tiró al zafacón los principios, la ideología y los valores que le dieron razón de ser? ¿En que momento, en qué recodo del camino, en que esquina, en que lugar? ¿Cuándo decidieron que “la política no tiene moral”, que “vengan los recursos de donde vengan lo acepto”, que lo que “importa en política son los resultados”? No hay dudas, “el amor y el interés se fueron al campo un día, y más pudo el interés que el amor que le tenía”. Eso pasó en el PLD. Las mieles del poder y del dinero los embrujaron, los hizo ambiciosos, capaces de llegar a la locura para mantener los privilegios que da el Palacio Nacional.

El proceso electoral está marcado por los escándalos de corrupción en la administración pública para patrocinar la reelección. (Es “perdieron” 130 millones de dólares que nadie sabe donde están, ni en que se gastaron, para citar un solo caso)

La JCE está montando unas elecciones sin capacidad ni poder para garantizar idoneidad en los resultados. No porque no quiera, porque no puede. La cuestión no es solo de votos, no es que la gente acuda a las urnas. Es, antes que nada, que todo el proceso haya sido diáfano, pero todos sabemos que no ha sido así; todos sabemos que el gobierno ha gastado miles de millones de pesos en comprar la conciencia nacional, a tal punto que nunca tuvo más validez la consigna “¡VERGÜENZA CONTRA DINERO!”. No podemos hablar de elecciones legitimas cuando el presidente Fernández ha creado una nómina paralela en el Estado para pagarle a los reeleccionistas; no puede hablarse de elecciones válidas cuando el gobierno interviene los teléfonos de la oposición; no puede haber elecciones limpias cuando el gobierno ha comprado, con recursos del Estado a cientos de dirigentes opositores; no puede hablarse de comicios democráticos cuando el gobierno invierte más de 7 mil millones de pesos al año en las bocinas y en medios de comunicación; no puede haber elecciones buenas cuando el gobierno subsidia el pan, el arroz, el aceite, las habichuelas, las zonas francas, a los comerciantes, etc., por un valor superior a los 60 mil millones de pesos; Todas esas atrocidades, todos esos crímenes contra la libertad y contra la democracia, se producen sin que esta sociedad, también enferma de cáncer terminar porque ha hecho metástasis, reaccione para impedirlo. Y a pesar de todas esas barbaridades, a pesar de todos esos desmanes, el presidente Fernández no tiene asegurada la victoria en primera vuelta. Al contrario, es segura una segunda vuelta, es segura su derrota. Para ganar necesita un fraude que le garantice 7 u 8 puntos, como ocurrió en las elecciones presidenciales pasadas con La Cadena que montó el hombre al que Balaguer le decía, “ni de cerca, ni de lejos, porque como quiera hace daño”, que le sumó más de 200 mil votos al PLD a través de sus “aliados” que sin tener delegados en las mesas de muchos municipios, ni estructuras, obtuvieron más votos que los reformistas que si tenía delegados y locales. Por eso hay que estar preparado para el 16 de mayo. La experiencia y la historia dicen que los reeleccionistas no se detendrán ante nada ni ante nadie para mantenerse en el poder. Por eso los observadores nacionales y extranjeros tienen la obligación de trabajar mucho y hacer menos turismo.

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