martes, enero 08, 2008

TESTIGO DEL TIEMPO/Reelección en América

L.C. Malone

Intentó, fracasó, lo arrestaron, salió de la cárcel; trató por las urnas, prometiendo luchar contra la pobreza y mejorar la distribución de las riquezas. Ganó, cumplió parte de lo prometido, se repostuló y los venezolanos reeligieron a su Presidente Hugo Chávez. Con Luiz Inacio ñLula- Da Silva ocurrió lo mismo en Brasil.

La delincuencia en Colombia sobrepasó lo insoportable. Alvaro Uribe prometió devolver la seguridad pública, lo eligieron, cumplió y prometió luchar contra la pobreza. Los colombianos lo reeligieron.

Costa Rica, República Dominicana, Perú y Nicaragua decidieron reelegir a “un malo conocido” con experiencia, declinaron aventurar tras “un bueno por conocer.” Eso explica el retorno de Oscar Arias en San José, Leonel Fernández en Santo Domingo, Alan García en Lima y Daniel Ortega en Managua.

Latinoamérica tiene siete presidentes reelectos.
Y la reelección es legal en 14 de 18 naciones. Sumando a Cánada y Estados Unidos, son 16 de 20 naciones americanas donde la reelección es legal.

Vientos reeleccionistas arrasan el continente.
En Argentina, Bolivia, Ecuador, Panamá, Uruguay, Chile y El Salvador la reelección es legal. Sólo está prohibida en Guatemala, Honduras, México y Paraguay.

La reelección consecutiva está vigente en Argentina, Colombia, Brasil, República Dominicana y Venezuela. La alterna, esperar que pase por lo menos un período antes de repostularse, es legal en Bolivia, Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador, Nicaragua, Panamá, Perú y Uruguay.

La última oleada de reelección consecutiva fue promovida por presidentes buscando en ejercicio para perpetuarse en el poder. Los reeleccionistas que cambiaron constituciones fueron Carlos Menem en Argentina, Fernando Cardoso en Brasil, Alvaro Uribe en Colombia, Hipólito Mejía en República Dominicana, Alberto Fujimori en Perú y Hugo Chávez en Venezuela.

Todos, excepto Mejía, fueron reelectos.
Los segundos períodos fueron ruinosos para Menem, Fujimori, Andrés Pérez y Balaguer.

Fernando Cardoso en Brasil y Julio María Sanguinetti en Uruguay tuvieron segundos períodos exitosos.

Retorno a la Estabilidad
Muchos de los países que reeligieron sus gobernantes pasaron de las dictaduras al desorden y las promesas incumplidas del populismo democrático. Los partidos tradicionales parieron un nuevo y extraño animal: el político acaudalado. Usando y abusando los recursos del Estado, corrompieron la administración pública y sus sociedades completas. La explosión de delincuencia vulgar es una “democratización” del enriquecimiento ilícito. Sin ser diputado ni funcionario, con algo de coraje y una pistola se puede conseguir dinero ajeno.

Nuevas figuras con propuestas y estilos diferentes cautivan a las multitudes y llenan el vacío dejado por el partido y el liderazgo tradicional. Algunas reelecciones latinoamericanas tienen relevancia especial para República Dominicana.

Perú suele producir tendencias políticas regionales. Un peruano, Víctor Raúl Haya de la Torre fundó la Alianza Progresista Revolucionaria Americana (APRA), en la década del 20. Siguieron los venezolanos con ADECOS, los dominicanos con el PRD y así sucesivamente. A lo que ocurre en Perú hay que ponerle atención.

Chile y El Salvador presentan un caso muy curioso, tienen reelección legal, pero nadie se repostula. Chile le lleva años de desarrollo a toda Latinoamérica. Los chilenos no tienen problemas de seguridad pública, corrupción ni pobreza como los dominicanos. En Chile gobierna una coalición de partidos liberales y nadie se reelige.

El Salvador y República Dominicana comparten pobreza, delincuencia común, política y corrupción. En esa nación gobierna la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) un partido derechista unido, que es representación política del gran capital. Nadie opta por reelección, porque ellos son la continuidad, estabilidad y la garantía de sus propios intereses. La clase dominante salvadoreña se constituyó en clase gobernante. La clase dominante dominicana no tiene partido político.

Ni los izquierdistas chilenos ni los derechistas salvadoreños se reeligen. Hay otra pareja de liberales y conservadores recién reelectos. Sus casos tienen particularidades muy interesantes para los dominicanos.

Reelección Post-ideológica
Colombia, Venezuela y República Dominicana comparten historia, geografía, delincuencia, corrupción y pobreza extrema. Los colombianos reeligieron al derechista Alvaro Uribe y los venezolanos al izquierdista Hugo Chávez. Ambos comparten una técnica efectiva de comunicación directa y constante con los votantes.

Chávez impulsa una “Revolución Bolivariana,” su propia versión de la Dictadura con Respaldo Popular de Bosch, apoyado en su programa “Aló Presidente.” Uribe usa el concepto del “Consejo de Gobierno” que Balaguer usó. Todas las semanas preside “Consejos Comunitarios” promoviendo discusiones públicas y buscando soluciones a problemas comunitarios en vivo, ante las cámaras de la televisión nacional. Con su famoso teléfono celular, llama e imparte órdenes a sus funcionarios, proyectando la imagen de un gobierno abierto, efectivo y transparente.

Uribe prometió devolverle la seguridad pública a los colombianos, cumplió y le renovaron el contrato. Los venezolanos y brasileños negocian una guerra contra la pobreza con Chávez y Da Silva; ellos cumplen o hacen esfuerzos y son reelectos. A Chávez lo reeligieron y le otorgaron poderes casi ilimitados. Latinoamérica busca la continuidad del Estado y sus políticas públicas con el fortalecimiento de las instituciones. Eso solo se logra con el mismo presidente en la mayoría de los países. Debe ser de otra forma, pero esta es la realidad.

Las corrientes políticas latinoamericanas, como las tormentas tropicales caribeñas, siempre tocan varias naciones. Batista, Trujillo, Duvalier, Somoza y Gómez, fueron el huracán del “gendarme necesario” para algunos. Jorge Blanco, Alan García, Carlos Menem y Carlos Andrés Pérez representaron la “liberal;” la conservadora tuvo a Rafael Calderas, Joaquín Balaguer y Alfredo Cristiani.

Los pueblos demandan la estabilidad y seguridad de las dictaduras con la justicia social y las libertades públicas de la democracia. Para disfrutar lo mejor de los dos mundos, los votantes expresan su madurez política manejando a los políticos como Pavlov a sus perritos. Recompensan sus buenas acciones concretas reeligiéndolos.

Atrás quedó el juego estéril entre “liberales y conservadores,” sin cambios fundamentales en la distribución de riquezas, la salud y educación pública. Un nuevo pragmatismo post-ideológico permite reelegir a quien enfrente esos problemas sin importar que sea de derecha o izquierda.

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