La columna de Miguel Guerrero

Por Miguel Guerrero / El Caribe

En la columna del lunes, día que los dominicanos dedicaron como todo 21 de enero a venerar a uno de sus dos íconos religiosos, la Virgen de la Altagracia, no se olvide que está también la de las Mercedes, incurrí en un imperdonable error que reñía con el espíritu de un texto que resaltaba el ingenio de dos brillantes columnistas, Pedro Conde y Sara Pérez.

Concluía diciendo que el “tono irreverente” de ambos “impone un estilo que reivindica el papel de un periodismo conformista con una fatal tendencia al oficialismo”, cuando en línea con la idea que lo inspiró debió decir “un estilo que reniega del papel” de ese periodismo sujeto a la voluntad de una verdad oficial que tantos dominicanos sufrimos hoy en día.

Fue Pedro quien me observó el yerro en un atento y ocurrente correo y a ambos pido excusas en atención a aquella vieja máxima de “nobleza obliga”.

Sin intentar justificarme, ese tipo de cosas, involuntarias por supuesto, ocurren a menudo cuando se escribe a diario con la prisa impuesta por otras obligaciones profesionales y las necesidades de cierre de un periódico.

Para quienes respetan su trabajo, tiene sin embargo el doloroso efecto del desmentido a una noticia.

Recuerdo las malas noches que pasé atormentado por una columna en que atribuía a Rossini la autoría de “Las bodas de Figaro”, de Mozart”, en una confusión provocada probablemente por pasajes de “El barbero de Sevilla”, en la famosa aria titulada “Largo e fatotum”, que todo buen barítono ha interpretado.

De todas maneras, Pedro y Sara, al igual que otros tan brillantes como Juan Bolívar Díaz, Bienvenido Álvarez Vega, Manuel Quiroz e Inés Aizpún, para citar los primeros que me vienen a la memoria, son ejemplos del mejor periodismo, aquel que no guarda silencio ante el desmán y defiende el respeto a la verdad y al derecho de los ciudadanos a vivir sin temor a represalias por la difusión de las ideas.

Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do