Para no ir a otros períodos gubernamentales, legislativos y municipales, los senadores picaron alante desde que pisaron un pie en su cámara, dándole vuelo a su mente para generarse ingresos escandalosos bajo la fórmula del barrilito. Ya tienen un espacio en el salón de la fama y de la aberración, al convertirse en senadores orquestas que toca todos los instrumentos, haciendo las veces en sus respectivas provincias de mini ministros de Salud, Deportes, Educación, Cultura, Obras Publicas y de otras carteras.
Pero mientras se ocupan de esas funciones con ridículos resultados y jugosos beneficios sacan muy bajas notas en la asignatura de legislar. Si la lupa se va a los altos funcionarios, se queda corta la cifra que anda por ahí de que hay más de 50 que cosechan mínimo un millón mensual.
Estos multimillonarios al vapor se delatan ellos mismos por la ostentosa vida que le estrujan a cuantos les conocieron en la olla.
En ese espejo se vieron los regidores de muchos municipios que para no quedarse atrás, ni cortos ni perezosos, se aprobaron aumentos de espanto y brinco como diría Max Alvarez.
Ese escandaloso modo de hacer riqueza es hoy por hoy una tónica de los responsables de otras esferas públicas, que no hace falta citar.
Si aparte de citar los ingresos por la derecha, se cuantifican los que entran por la izquierda, los números no son aptos para cardíacos, como decía Rafael Rubí.
El lector recordará aquella cifra de que la corrupción se tragaba 30 mil millones anuales.
Ahora es difícil que la evoquen públicamente quienes la pronunciaron. ¡No es por nada!
Estos y otros malestares son síntomas de la debacle moral que desangra el país y que continúa su desenfrenado curso. Los tres partidos responsables del colapso no tienen la manera de eludir su culpabilidad en este proceso degenerativo.
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