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Julio Maríñez Rosario
El tema del cambio climático se presenta lleno de espinas. De un lado, los países en vía de desarrollo exigen mayores responsabilidades a los industrializados y los poderosos, tratan de escurrir el bulto.
Dos eventos de importancia mundial se han realizado entre noviembre y diciembre. Son escenarios en los cuales se busca el camino para frutos concretos, sin dejar de decir verdades.
Lo importante es lograr un nivel de compromiso para que los Estados emprendan nuevas y más agresivas acciones y los ciudadanos del mundo socialicen el tema y contribuyan en su quehacer diario.
En noviembre se realizó en la ciudad de Valencia, España, la 27ª Sesión Plenaria del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas.
El IPCC es el equipo de mayor reconocimiento internacional en la materia.
Sus trabajos son fuente invalorable ya que son productos de la ciencia contrastada sobre la base de la mejor información disponible. No en balde obtuvieron, junto Al Gore, el Premio Nóbel de la Paz. En la ciudad española aprobaron el Cuarto Informe de Evaluación del IPCC, el cual se presentó en la 13ª Sesión de la Conferencia de las Partes del Convenio Marco de Cambio Climático, en Balí, Indonesia.
Este es un escenario técnico. Bien lo señaló el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, cuando afirma que el informe contiene un mensaje capital: que hay medios reales y asequibles para hacer frente al cambio climático. Igualmente expresó que es la hora de los gobiernos para dar respuestas políticas a las conclusiones científicas.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático reunida en Indonesia, es un evento político. Asisten ministros y altos funcionarios representantes de gobiernos. Allí se escuchan voces como la del ministro brasileño Celso Amorim, quien fue muy claro en su intervención al reclamar a los países ricos que “dejen de predicar y den ejemplo”, o del titular colombiano de Medioambiente, Juan Lozano Ramírez, quien pidió más recursos para el régimen de adaptación y el incremento de la transferencia de tecnología a los países más pobres.
Buscan programas que se desarrollen bajo el principio de “responsabilidades comunes, pero diferenciadas”. No son lo mismos los industrializados que el Tercer Mundo. Los países de América Latina reclaman fondos para afrontar los impactos que tendrá sobre sus países el nuevo clima y para lograr reducir sus emisiones. No somos los grandes contaminantes, pero si sufrimos más que muchos las consecuencias.
Ya es un lenguaje común palabras como cambio climático, emisiones de CO2, efecto invernadero.
La prensa mundial registra casi a diario noticias sobre el tema medioambiental. Crece el nivel de consciencia sobre el peligro que afrontamos y ello es bueno en términos de lograr compromisos entre países, los cuales se firman y auditan por organismos internacionales. También el compromiso de cada individuo sobre el planeta, que lo sanciona la conciencia de cada quien.
jueves, enero 10, 2008
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