miércoles, enero 23, 2008

La corrupción

EDITORIAL
Por
Redacción / El Caribe

Ajuzgar por el uso intenso y desbordado que se está haciendo de la corrupción como tema de campaña, parecería que de repente los partidos han comenzado a asignarle la importancia que no le han concedido durante décadas.

De la más absoluta incuria están pasando a un debate frenético de último momento, y todo motivado por la coyuntura electoral, lo que torna un tanto sospechosa la genuina preocupación ante ese flagelo.

Si esta hubiera sido una inquietud auténtica y sostenida no tendríamos en la República Dominicana un grave problema de corrupción, como el que denuncia la Iglesia católica en su última carta pastoral.

Si otro fuera el panorama –y se debe luchar denonadamente para que cambie algún día– la Conferencia del Episcopado no habría tenido necesidad de afirmar que “persisten en nuestro país males como la corrupción, el clientelismo político, el populismo”.

Estos dos últimos elementos han sido en gran medida el caldo de cultivo que desencadena luego diversas modalidades de corrupción, a pesar del crecimiento experimentado en la fortaleza institucional y la conciencia democrática.

¿Quién tiene en la clase política dominicana el tupé de negar lo que la Iglesia señala con gran firmeza y la responsabilidad que dimana de su consistente autoridad moral?
¿Se atreve alguien a desmentir lo que los obispos exponen, no con ánimo de angosta personalización, como hacen algunas agrupaciones, sino con el laudatorio propósito de producir un estremecimiento ético y moral que nos lleve a una profunda profilaxis en nuestro tejido social?

¿No es la recurrencia al tema de la corrupción por parte de los partidos, aunque esté mal planteado con señalamientos desaforados, un reconocimiento implícito de que esta lacra nos arropa por todas partes?

La dirigencia política nacional, sin importar sus colores, tendencias o postulados, haría bien en meditar si la corrupción es asunto de debatir de una forma sesgada o episódica que impide adentrarse en las raíces de este mal para comenzar a erradicarlo de verdad.

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