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J.C. Malone
NUEVA YORK.- Los griegos inventores de la democracia, como políticos profesionales, prometieron una cosa e hicieron otra. Cuando acordaron otorgar “Kratos” (autoridad) al “Demos”, (pueblo) todo estaba “amarrado”. En la Antigua Grecia pocos eran “Demos”; artistas, artesanos, mujeres, esclavos y todos los Juan de los Palotes del mundo estaban excluídos. “Demos” era un grupito de poder económico.
Ellos gobernaban como “representantes” del pueblo.
La “democracia representativa” parió los “dictadores representativos” plenipotenciarios que no le rinden cuentas a nadie. Esos “representantes” acumularon tanto poder y dinero, que perdieron contacto con la realidad y se creen más importantes que sus representados. Amparados en la corrupción amasaron fortunas para autofinanciar sus campañas, no necesitan, ni responden a nadie. No tienen por qué pactar nada con nadie, solo buscan votos y tienen dinero para comprarlos.
Por eso el gobierno parece “sordo y ciego”.
Ellos mataron su gallina de los huevos de oro en Venezuela. Corrompieron y destruyeron sus partidos y la democracia “representiva”. Ellos parieron a Hugo Chávez y su propuesta de democracia participativa que latinoamerica aún espera. Desplazar a los “intermediarios de la representación” no resulta tan fácil como el comandante de Miraflores esperaba.
Venezuela y nuestra isla tienen una misteriosa relación de influencia mutua y continua. Allá murió Duarte y aquí nació Petion en quien se inspiró Bolivar para convertirse en Libertador. Huyéndole a los dictadores, Betancourt fue a Santo Domingo y Bosch a Caracas. Ambas capitales escribieron con sangre el balance rojo de la deuda externa y los ajustes del FMI en los ochenta.
Lo que ocurre en un lugar se repite en el otro.
Nuestra democracia corrompida está al borde del colapso. La “Revolución Bolivariana” chavista desciende de la Dictadura con Respaldo Popular boschista. Eso ya viene por ahí y los dictadores representativos no podrán impedirlo. Nadie detendrá la historia.
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