Listín Diario/Matutino Dominicano
Juan D. Cotes Morales
Al buen tun tun de Amable sigue la tremolina y la barraganía política.
Así lo ha querido este hombre trabajador, afable, cariñoso, astuto, hábil, austero y dadivoso en privado y al ojo hasta la obtestación.
Con el rey en el cuerpo imita a Balaguer y escribe su propio grimorio.
En Higüey todos tienen su cédula de preeminencia. Para eso es ley, batuta y constitución.
En el partido se impuso, se mantiene y se impondrá hasta que se convenza del precio que debe pagar por ello o hasta que su proyecto se convierta en un hormiguero mojado.
Mientras tanto, todo en él es absolutez y absolutización. Es elemental: le gusta ganar como una pura necesidad personal y de la estructura política ñal margen del partidoñ, que se ha construido con todos los rasgos de su personalidad y de su constitución humana que solo se expresa mediante la absolutización de lo que él entiende que es la expresión más importante de todas sus actividades y que le dan perfil y contenido ideológico a las cosas, a las leyes y a su innata tendencia de preferir en todo, hasta la imposible absolutización del momento en que vive para tratar de incondicionalizar la particular creencia de lo que debe ser su futuro.
Como es natural, Amable tiene a su alrededor muchas fótulas, algunas perjudiciales, dañinas, excesivamente pendencieras y entrometidas.
Amable, desde hace mucho tiempo, tiene un verdadero liderazgo en el Este, especialmente en Higüey, donde le dicen “El Cañón Higüeyano”.
Allí su presencia produce delirios en cada acto social y para todos nosotros, él es un cacique político en todos los aspectos de la vida doméstica en los cuales interviene o se le requiere.
Los esfuerzos que ha realizado para presentarse en todas las comunidades del país, han sido titánicos, sin descansos, sin importar distancias ni caminos con tal de decirle a todos de dónde viene y para dónde va con su singular estilo de repartir pitanzas con ambas manos.
Amable tenía la necesidad impepinable de ser candidato para imponer cómo debe escribirse su historia junto a la memoria del ilustre Joaquín Balaguer y reservarse la página de lo que habrá de suceder durante y después del 16 de mayo.
Así será. Es comprensible y humano.
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