La columna de Miguel Guerrero

Por Miguel Guerrero / El Caribe

Quienes dicen que el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Jorge Subero Isa, eludió expresarle su inconformidad al jefe del Estado por la baja asignación consignada en el presupuesto de este año, no saben leer entre líneas o necesitan de un curso rápido de lectura comprensiva.

En su excelente discurso con motivo del Día del Poder Judicial, lo hizo de la manera más elegante.

Le recordó al presidente Fernández que una “elemental norma de cortesía aconseja que no se invita a casa a una persona para oír cosas que pudieran no ser de su agrado”.

Dada la solemnidad de la celebración, y en el contexto del debate presupuestario, el magistrado no requería de más palabras.

Todo quedó así dicho, con un remate al final de su pieza al señalar la dejadez mostrada por el gobierno en la construcción de dos edificios para tribunales en el interior del país, uno de los cuales comenzó a levantarse harán casi diez años.

La forma en que el presidente del más alto tribunal trató el asunto es encomiable, puesto que carecía de opción y las circunstancias planteaban una encrucijada. Hubiera sido difícil de explicar la total evasión del tema, porque desaprovechar tan oportuna ocasión para hacerlo habría generado muchas críticas. Y abordarlo de otra manera, habría sido un acto de descortesía hacia el mandatario, obligado por el protocolo a estar presente en dicha celebración.

El hecho de que en los diarios de ese día no se publicara el mensaje tradicional de felicitación que el jefe del Estado estila difundir en celebraciones como la de la fecha consagrada a la justicia, había generado muchas especulaciones. El buen tacto de Subero probablemente impidió una situación embarazosa.

Lo justo sería ahora que la Cámara de Diputados corrigiera el error y le diera al Poder Judicial los recursos que requieren sus planes de modernización, algo vital para afianzar su independencia.

Miguel Guerrero es escritor y periodista
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