Por Ramón Alburquerque / El Caribe
La democracia es forma de gobierno imperfecta como toda obra humana, con el mérito de contar con mecanismos de corrección mediante la mayoría popular. Es el mejor sistema porque respeta los derechos humanos y debe actuar con transparencia.
Se define como el gobierno del, por y para el pueblo. No obstante, es un sistema exigente, porque supone un activismo permanente, que obliga a los ciudadanos a dirigir los asuntos de su comunidad, sin conceder asueto.
Se comprueba a diario, que el descuido de los habitantes siempre deviene en administraciones autoritarias, despóticas, corruptas y fallidas, porque el interés público es su savia nutritiva.
En las democracias avanzadas, y profundas, todo se elige en distintos niveles de sufragios, en razón de que hay varios estratos de gobierno, en el ámbito barrial, local, comunal, distrital, municipal, regional, estadual y finalmente nacional. Asimismo, se practican diversos comicios para escoger autoridades a los diversos grados de reclamos sociales.
Los problemas tienen distintas importancias y urgencias. Lo correcto es resolverlos tan pronto se presentan, sin congestionar, ni posponer, ni degradar la calidad de vida.
Este cúmulo de elecciones, impone dos índoles diametralmente diferentes: las elecciones partidistas y las no partidistas.
En las primeras, dominan los partidos políticos, como mediadores entre la población y el gobierno, los únicos medios para acceder al poder, en adición, el partido es mecanismo de presión por excelencia, para las denuncias y demandas, y es también, la vía para el cambio eficaz sin importar su naturaleza.
En esta modalidad se vota por los partidos o su candidato, asumiendo, desde luego, que las ofertas de campaña serán cumplidas en el período de gobierno.
En las segundas, se excluyen los partidos políticos, porque priman criterios cívicos de interés primario, familiar, destacándose más la cuestión del individuo, solo actúan entidades de base, o el habitante mismo, en este ámbito la población no tiene más intermediarios que sus asociaciones locales, seccionales o cantonales, no existe un ente nacional, no hay estructuras que superen la organización de primer grado.
El vecino es candidato, el amigo, el conocido, alguien vinculado a miembros de la asociación de padres, o residentes; se elige al representante ante las entidades para orientar el diario vivir, la escuela, los centros de la salud, la seguridad ciudadana, en fin, un tipo de elección que une antes de separar.
Cuando se visita Europa, Japón, Canadá o Estados Unidos, no importa la fecha, siempre hay elecciones, sin embargo, aquí hay quienes propugnan por unificar las elecciones.
Ramón Alburquerque es presidente del PRD
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