La columna de Miguel Guerrero

Por Miguel Guerrero / El Caribe

El espectáculo artístico en que el presidente Leonel Fernández fue proclamado candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), inusual en una actividad de ese género, pudo haber sido una especie de reencuentro con sus orígenes. Una muestra probable de sus preferencias y las de su gente en el arte.

La presencia destacada allí de los Michell, Sexappeal, Kiko el Presidente, Frank Reyes, Fefita la Grande, Omega, El Lápiz y otras luminarias del arte popular, y la escenografía que rodeó el paso del mandatario al podio, en medio de fuegos artificiales en un recinto cerrado que casi provocan un incendio, y una espesa estela de humo que parecían preceder una nueva presentación artística y no un discurso de campaña, puede ser también un anticipo de sus objetivos futuros en el campo cultural.

Claro está dentro del contexto de una pieza dirigida a delinear lo que se ha insistido en presentar como un resumen de lo que sería su programa de gobierno para un tercer mandato constitucional.

Lo cierto es que la actuación de estos artistas llenó tanto las expectativas del público allí reunido desde muy temprano en la mañana, y que los oradores que precedieron al Presidente terminaron de colmar, que muchos de los asistentes no tuvieron necesidad de esperar por la terminación del discurso presidencial y abandonaron aquel recinto, tal vez a causa del cansancio y el terrible calor que dominaba tan insólito y eufórico escenario.

Un ambiente en que se puso nuevamente de relieve la curiosa e íntima relación existente entre el folclor popular y la política vernácula.

Y en el que aquellos genuinos representantes de los ritmos populares tuvieron que compartir las simpatías, expresadas en prolongados aplausos, con figuras igualmente importantes, aunque no rivales, del fascinante mundo de la política nacional.

Tal vez uno de esos artistas llegue a ser presidente.

Miguel Guerrero es escritor y periodista
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