La columna de Miguel Guerrero

Por Miguel Guerrero / El Caribe


Con los 850 millones de pesos gastados por el gobierno, según un diario, en la entrega de cajas con magras raciones de alimentos para una noche, se hubieran podido construir entre 10 y 15 mil viviendas modestas para los damnificados de la imprevisión gubernamental al paso de las tormentas Noel y Olga.

Si a esto se suman los costos del montaje, los traslados del Presidente y su corte y otros gastos propios de actividades de este tipo, probablemente hubiera sobrado dinero para un par de miles de viviendas adicionales.

Así se habría mitigado la necesidad de un techo definitivo de muchas familias desamparadas y no la de sólo un día, como se excusa el Presidente ante el asombro causado por su decisión de encabezar él mismo estos repartos por todo el país.

Una tarea que pudo haber delegado en funcionarios de nivel medio, a fin de proteger la solemnidad de las más altas funciones públicas.

El país no podrá progresar y alcanzar un lugar en el futuro mientras los gobiernos actúen de esta manera. La distribución de alimentos, en la forma y con los objetivos que aquí se hacen, está muy lejos de constituir programas de solidaridad social.

En esencia, apenas alcanza la infame categoría de acciones de caridad pública. Con ello, los gobiernos sólo contribuyen a malgastar los recursos del Estado, provenientes de los impuestos que paga la población, y a perpetuar los degradantes niveles de pobreza que arropan cada día a más dominicanos.

Que esto suceda mientras se afectan los programas de modernización e independencia de la justicia y al sector de educación y se pone en peligro la calidad del proceso electoral, mediante recortes presupuestarios es decepcionante.

A todos los amables lectores felicidades en el nuevo año. Un 2008 en que espero seguir escribiendo y que nos traerá difíciles desafíos poniendo a prueba la voluntad nacional para enfrentar las dificultades.

Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do