jueves, diciembre 27, 2007

Colombia/De nuevo las FARC, rehenes y paradojas

Servicios Google/El País.com, Cali, Colombia

Por: Gustavo Duncan

La situación de los secuestrados, que se veía incierta luego de que Uribe despidiera a Chávez como mediador con las Farc, hoy se muestra más optimista porque la rivalidad del Presidente y la guerrilla convierte la liberación de los plagiados en una ganancia potencial para las Farc. Lo que hay que esperar es que el Gobierno sea cauto en sus reacciones y no genere incertidumbre en el corto plazo, de modo que comprometa potenciales liberaciones.


Cuando Uribe nombró a Chávez como mediador, calculó que la cercanía ideológica, y probables relaciones clandestinas, persuadiría a la guerrilla a facilitar las liberaciones. Chávez ganaba por su posicionamiento como líder internacional, pero tendría que hacer concesiones a las Farc como facilitar el territorio venezolano para actividades guerrilleras. Es decir, se pagaba las concesiones que el Gobierno no estaba dispuesto a hacer con la chequera de Chávez. Pero, como ya se afirmó en una columna pasada, esta estrategia funcionaba bajo un supuesto un tanto simplista: que éste y las Farc eran muy cercanos, casi la misma cosa.


Al dejar en ridículo a Chávez en su viaje a París, adonde llegó sin ninguna prueba de supervivencia de Íngrid Betancourt, comenzó a vislumbrarse la dinámica real que tomaría la negociación. Ante todo, que no se trataba de un acuerdo entre ‘yo con yo’. Las Farc no iban a renunciar a sus expectativas, simplemente porque se trataba del ‘camarada’ Chávez. La extensión y duración del despeje, los innegociables de Uribe, continuaban siendo parte crucial de la agenda y esos costos no los cubría la chequera del Mandatario vecino.



Quedaba claro que la labor de mediación se iba a ir para largo dentro de la lógica fariana del tiempo. La prolongación de los acercamientos tampoco iba a ser un asunto que perturbara a Chávez. Por el contrario, él se iba a sentir a gusto al disponer de una vitrina permanente en la política internacional. Era, incluso, una oportunidad para proclamar su papel de líder mundial de la izquierda.


La dilatación de la negociación se convertía así en un peor escenario para el gobierno de Uribe. Ahora no sólo tenía el problema de los secuestrados sino también el de toda la presión de un impredecible Chávez interviniendo indefinidamente en asuntos domésticos. A la embajada de Estados Unidos tampoco le iba a hacer gracia la oportunidad brindada a su principal contrincante en el hemisferio. Sin vacilaciones, el Gobierno tomó sus riesgos y suspendió la mediación. Pero cuando se pensaba que eso iba a significar la debacle definitiva para el acuerdo humanitario, la reacción de las Farc demostró que la política está llena de paradojas. Encontraron en la decisión del Gobierno una oportunidad de resolver el tema de los secuestrados con ganancias políticas en el contexto internacional. Las liberaciones unilaterales, comenzando con la de Rojas, Emmanuel y Perdomo, intentan hacerle ver al mundo que el problema de la paz en Colombia reposa en la negligencia de un gobierno de extrema derecha. Así lo proclama Chávez.


Esperemos que si ese es sólo el costo de la liberación de los plagiados, el Gobierno lo asuma y no alargue un sufrimiento innecesario por mejorar su imagen internacional en el corto plazo. A todas luces, es más barato que Uribe se muestre como un radical, que tener que despejar territorios a las Farc.

No hay comentarios.: