miércoles, diciembre 05, 2007

Chávez, ¿el principio del fin?

Chávez es la personificación genuina del manipulador populista que se sumerge en las masas de pobres enfermas de frustración, pobreza y humillación y que se entregan en los brazos de un redentor

Por
Namphi Rodríguez / El Caribe

¿Cuánto tiempo podrá sobrevivir el hechizo de la cháchara del “socialismo” de Hugo Chávez después del referéndum? ¿Acaso se trata del principio del fin o, simplemente, un breve eclipse de la magia de aquél que ha logrado arrebatar las multitudes macilentas por casi una década?

Lo cierto es que cada vez que veo a Chávez en ese triste espectáculo vestido de redentor de los pobres, con su indumentaria colorada, sus himnos, banderas, coreografías y sus ademanes frenéticos, me he preguntado si los venezolanos creen realmente que es un nuevo paradigma de la izquierda.

Chávez es la personificación genuina del manipulador populista que se sumerge en las masas de pobres enfermas de frustración, pobreza y humillación y que se entregan en los brazos de un redentor.

Ha sido Carlos Fuentes, quizá el intelectual latinoamericano de izquierda con mayor vigencia, quien ha dicho que el caudillo venezolano se le parece a un “payaso lamentable, un hombre de extrema derecha disfrazado de izquierda”.

Lo peor de todo es que la defensa del nuevo “socialismo del siglo XXI” y el encanto por la cháchara chavista cegó a nuestros izquierdistas y hoy lo vemos explicados en El Perfecto Idiota Latinoamericano, de Plinio Apuleyo Mendoza y Carlos Alberto Montaner, quienes describen genialmente esa sicología política nuestra de atribuir los infortunios a un tercero que termina siendo el enemigo ideal para que un caudillo populista como Chávez se ponga las botas del guerrillero y dé a paso a su propia “revolución”.

Lo que no se ha dicho es que detrás del telón de fondo de la “revolución bolivariana” de Chávez hay una historia sórdida y que en nada se diferencia de la partidocracia que sojuzgó ese país por más de cuarenta años. Si desde Locke o Montesquieu sabemos que el poder absoluto termina en corrupción absoluta, Chávez no es la excepción.

A su cuestionable legitimidad política impuesta por una abstención de un 75 por ciento en las últimas elecciones congresuales, ha seguido una espiral de escándalos de corrupción que han permitido la creación de tres nuevos grupos económicos como resultado directo de su “revolución bolivariana”.

Entre los personajes del círculo de Chávez que se señalan como corruptos están el ex vicepresidente y gobernador del estado de Miranda, Diosdado Cabello, que junto a socios controla varios bancos, canales de televisión y empresas industriales. En la misma lista también figura el ministro de exteriores Alí Rodríguez y el ministro de Educación, Aristóbulo Istúriz.

Su propio cerebro político y ex vicepresidente José Vicente Rangel, ha afirmado que, “la corrupción es nuestro peor enemigo, aparte de Bush”.

Por eso la corrupción, la ineficacia del gobierno para dar respuestas a los problemas de pobreza y el desmoronamiento de las libertades públicas han empezado a perfilarse después de casi diez años como temas que generan gran inquietud en la sociedad venezolana.

Lo más importante de todo esto es que el develamiento de lo que pasa en Venezuela es un proceso que está siendo liderado por nuevos protagonistas que no tienen vínculos con el pasado y que han sido encabezados por dos “chamos” de 19 y 23 años y un joven músico de una banda de rock.

Namphi Rodríguez es periodista y abogado

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