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Molina Morillo considera que los periodistas dominicanos son libres de investigar y hacer todas las denuncias, pero que los encargados de enderezar los entuertos y correctivos, no les hacen caso
Por Roberto Valenzuela / El Caribe
Luego de vivir el periodismo con intensidad por largos años y estar en los albores de la lucha por la libertad de prensa, Rafael Molina Morillo ha llegado a una conclusión: “El periodista dominicano es libre de denunciar, pero nadie le hace caso”.
El ex presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que inició el periodismo a los 18 años, está convencido de que la prensa dominicana y la ciudadanía en general goza de libertad para criticar y expresarse libremente, pero que es “una voz que clama en el desierto.”
Molina Morillo explicó que en República Dominicana a los reporteros se les permite hacer sus investigaciones y “criticar, decir lo que quieran”, pero que eso no tiene ningún efecto o importancia porque los estamentos encargados de tomar medidas no lo toman en cuenta. “...lo malo es que las personas que tienen que enderezar los entuertos, atender a esas denuncias periodísticas que se hacen, sencillamente, no nos hacen caso, no nos toman en cuenta,” puntualizó el veterano comunicador.
A su juicio, hay que establecer claramente la diferencia entre permitir que se hagan las denuncias y a que las autoridades tomen los correctivos.
“En sentido general, nosotros (los periodistas) somos una voz que clama en el desierto no nos hacen caso. Podemos clamar y gritamos y pataleamos, pero en la mayoría de los casos...” no se atienden los reclamos, insistió.
El director del periódico El Día hizo sus planteamientos en el Almuerzo Semanal de Multimedios del Caribe y como parte de los eventos enmarcados en la ruta hacia los 60 años de fundación del periódico El Caribe.
Molina Morillo tiene una larga trayectoria en la comunicación social.
Inició su carrera durante la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo Molina, la cual ha continuado hasta hoy.
Indicó que hay que vanagloriarse cuando ocurren casos como el del periodista Luis Eduardo Lora (Huchi) en cuyo favor la Suprema Corte de Justicia dictó una sentencia ordenando que la Oficina para el Reordenamiento del Transporte (Opret) le entregue los planos del Metro de Santo Domingo y otras informaciones.
Recordó que la Opret se había negado a entregar documentos que había solicitado el comunicador sobre la construcción de la monumental obra.
Recomienda que hay que “aplaudir el triunfo de Huchi Lora” y estimular a los ciudadanos a que insistan en el ejercicio de sus derechos.
“Lo que pasa es que a veces nos cansamos a mitad del camino y no ejercemos todo el derecho que tenemos”, expresó.
Aclaró que la libertad de expresión no “es un regalo, una concesión a los ciudadanos, sino que es un derecho con el que se nace y muere”.Periodismo complaciente. Para el ex presidente de la SIP, hay periodistas con un comportamiento “obsequioso”, “banal”, “complaciente”, pero esa no es la regla ni lo ideal.Entiende que, en determinados casos, las autoridades o el sector privado pueden querer un periodismo dócil, “pero eso es lo que ellos pueden querer”.
“Yo entiendo que la gente que quiere ejercer el periodismo con independencia y responsabilidad puede hacerlo, no hay represalia, no hay acoso, podemos desenvolvernos libremente. Lamentablemente, no siempre se nos pone la atención debida, la atención requerida”, añadió.
Además de dirigir la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) por un año, ha fundado un centro que en el país se dedica a luchar por la libertad de expresión.
Explicó que en casi todas las naciones hay centros locales que se dedican a esa tarea y explicó que visitó Puerto Rico y le llamó mucho la atención que existe una entidad sin fines de lucro, apadrinada por el periódico El Día y la Universidad Sagrado Corazón.
Puntualizó que esa organización se dedica a la promoción y estimular a la gente sobre la importancia de conocer sus derechos y a expresarse libremente.
De ahí, añade, fue que le surgió la idea de crear un centro en República Dominicana que se dedique a educar a los ciudadanos sobre la importancia de luchar por sus derechos. Aclaró que la SIP se ocupa de los asuntos que tienen una trascendencia mayor y de peligro inminente para mover la opinión pública en el mundo.
Entonces, añadió, tuvo la idea de crear en el país una organización que se dedique a enfrentar asuntos que no tienen resonancia internacional, pequeñas amenazas a la libertad de prensa, pero que merecen que se les ponga atención.
Explicó que la recién fundada entidad tiene personalidad jurídica y ha recibido, sin proponérselo, apoyo logístico y económico de diferentes instituciones.
Molina Morillo fue el fundador de la Revista Ahora y del periódico vespertino El Nacional. Recuerda que aún siendo periodista de El Caribe fundó la revista Ahora.
Relata que para la invasión norteamericana al país, en 1965, la revista tuvo un papel destacado, pero sus instalaciones fueron destruidas por un sabotaje, una bomba que explotó.
Ante esa situación él y un grupo de periodistas se envalentonaron e hicieron nuevamente la publicación, pero además sacaron a luz pública un periódico diario. Fue así como surgió, entonces, el vespertino El Nacional.
“El Nacional lo hacíamos sin recibir salario, desinteresadamente, hasta que el periódico se hizo fuerte y se hizo permanente”, expresó.
El dilema
Cuando Rafael Molina Morillo se graduó de abogado se le presentó un dilema: ejercer la carrera de abogado, que era lo que había soñado, o seguir siendo periodista, carrera de la que se había enamorado.
Como periodista, ya tenía un ejercicio intenso de reportero y también había sido editor.
Finalmente, se decidió por seguir transitando por el mundo de la comunicación y nunca ha llegado a ejercer la carrera de derecho.
Una de las cosas que más influyó para que siguiera el camino de la comunicación fue que recibió una beca de un año para cursar estudios de periodismo en Madrid, España. Fue becado por el Instituto de Cultura Hispánica.
Dos vivencias de sus inicios
AmistadAsunto mágico
Al momento de recordar sus buenas relaciones con Germán Emilio Ornes, no logra explicarse qué “asunto mágico ocurrió” que entre ambos existiese tanta armonía teniendo Ornes un temperamento tan fuerte y bien definido.
“Me adoptó como su alumno, me toleraba, me enseñaba, me corregía, me ponía misiones difíciles, pero de mucha confianza”, añade.
Rememoró que Ornes le permitía exponer sus criterios libremente “y a veces me decía: tal vez tú tienes razón, pero vamos a hacer las cosas como digo yo”. Puntualiza que siempre tuvo la consideración de Ornes y que las discusiones en el ámbito de las informaciones del día a día se hacían con gran altura.
Su primera sorpresa fue que éste lo escogiera como director ejecutivo de El Caribe, que depositara tanta confianza en la toma de decisiones en momentos de suma importancia para el periódico y República Dominicana, en sentido general.
TrujilloSu anécdota favorita
“Una multitud de más de 30 mil personas, reunida a lo largo de la gran vía con banderas dominicanas y españolas, agitándolas al aire, recibieron al generalísimo Rafael Leonidas Trujillo Molina”. Fue el inicio de una crónica de Molina Morillo, en que cuenta el recibimiento del dictador Francisco Franco a Trujillo en España.
Narró que antes de enviar esa crónica para Santo Domingo se la tuvo que leer en voz alta en España a Anselmo Paulino Álvarez, militar cercano a Trujillo.
Dice que el militar le sugirió que hicieran contar que en el lugar había 75 mil personas y él aceptó. “Sin embargo, El Caribe publicó un titular en letra roja: “600 mil personas recibieron al generalísimo”.
Expresa que esa es su anécdota favorita y aclara que es la única vez que tuvo que hablar más de Trujillo. Indica que Ornes aprovechó que él estaba estudiando en España para que cubriera la histórica visita del dictador a ese país.
“Las mañas del periodista”
Cuando Rafael Molina Morillo fue presentado en el Almuerzo de Multimedios del Caribe como director del diario El Día y ex presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), pidió que también se le presentara como uno de los cofundadores de El Caribe, ya que está orgulloso de haber estado en éste diario desde su fundación.
Cuenta que fue contratado con apenas 18 años mientras cursaba el bachillerato. Indicó que la filosofía de los norteamericanos, que dirigían el diario, era “contratar muchachos sin experiencia periodística, decían que los periodistas viejos, tenían muchas mañas”.
Se ríe, bromea y dice: “Querían periodistas jóvenes sin mañas, pero algunos aprendieron las mañas después”. Recuerda que fue adiestrado un grupo “de muchachos”, quienes hacían diariamente un periódico que no circulaba en las calles hasta que aprendieron y salió el diario real.
Sus grandes maestros
El veterano periodista Rafael Molina Morillo agradece su formación a los buenos maestros que tuvo en sus inicios: los norteamericanos que dirigían El Caribe, Rafael Herrera y Germán Emilio Ornes. Con éste último llegó a tener una relación más allá del plano laboral, es decir, “de padre a hijo”.
“Naturalmente, era un periodismo que se desarrolló bajo la dictadura, con muchas limitaciones, había que tener mucho cuidado hasta con las cuestiones ortográficas: a veces una palabra cambia por un acento y había que tener cuidado con la familia reinante” (los Trujillo), explica.
Tras la caída de la dictadura de Trujillo, en la segunda etapa de El Caribe, cuando el periódico es retomado por Germán Emilio Ornes, Rafael Molina Morillo fue nombrado director ejecutivo de éste rotativo, cargo que ocupó hasta el golpe de Estado al profesor Juan Bosch.
jueves, diciembre 13, 2007
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