POR JUAN JOSE AYUSO
A la gente no le gusta la reelección. Prueba al canto fue la votación masiva contra la candidatura de presidente y candidato Hipólito Mejía en 2004.
La mayoría de los electores quiso castigar al hoy expresidente pero, más que eso, quiso cambiar, aunque el cambio significara volver al berenjenal en que la metió Joaquín Balaguer de 1996 a 2000.
Esa es la tendencia electoral y no hay razón para pensar que no ocurrirá igual en mayo del año que viene.
El presidente y candidato Fernández y el Partido de la Liberación, aparte de la conducta altanera, despectiva y despilfarradora de los fondos públicos que les era conocida, poco de nuevo han traído, como demuestran sus más de tres años de gobierno.
Y se cae en el círculo de la misma ilusión del modernismo cibernético que no consigue la electricidad constante y estable que le permita funcionar, la construcción del metro que le pesa al presupuesto “más que un matrimonio obligado” y la corrupción que salta en cualesquiera de las operaciones gubernamentales.
Y eso, salpicado por la ambición sin pudor de los funcionarios quienes, a la francachela de los fondos del erario, suman ahora la de fijarse sueldos que no tienen ni los dueños de las grandes empresas bancarias, comerciales e industriales del sector privado.
¿Cuáles son las ofertas del presidente y candidato Fernández y de su campaña reeleccionista?
Ninguna.
Esta gente centra su discurso en advertir al pueblo contra el gobierno de Hipólito Mejía, que cumplió su cuadrienio 2000-2004 y que hace tres años y pico que está fuera del poder.
Y nada más.
¿Por qué votaría la mayoría en favor del presidente y candidato reeleccionista Fernández?
¿Para que no vuelva Mejía al poder?
¿Para prolongar por cuatro años el mandato del presidente y de todos sus secretarios de Estado y funcionarios de alto nivel?
¿Para que se firme a escondidas otro contrato con la Sun Land sin que la deuda aparezca registrada y sin que aparezcan como ahora los 130 millones o una cantidad mayor?
¿Para garantizar que, una vez reelegidos todos –el presidente y sus funcionarios-, empiece el país a ver cómo se arma una maquinaria continuista que comience por reformar la Constitución y acabe por declarar vitalicio a Fernández?
No parece, en realidad, que el pueblo tenga siquiera una razón para votar a favor de la reelección del presidente y candidato reeleccionista y/o continuista.
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