sábado, diciembre 15, 2007

Al día/“El malcomío no piensa”.

El Nacional, Vespertino Dominicano

POR JUAN JOSE AYUSO

“El malcomío no piensa”. La frase le costó a Lidio Cadet la secretaría general pero no porque el presidente Fernández, sus funcionarios y el Partido de la Liberación estuvieran en desacuerdo con el postulado.

Cadet saltó porque, así como “en política hay cosas que se ven y cosas que no se ven”, también hay cosas que se aplican como parte de la ideología pero que no se dicen nunca.

Hay cerca de veinte declaraciones de Juan Bosch que demuestran su convencimiento de que “el malcomío no piensa”. Recuérdese que el ideólogo y fundador del PLD decía que las campañas electorales no tenían que presentar programas de gobierno porque el pueblo no sabía de eso ni le hacía caso.

Joaquín Balaguer, en ese sentido maestro de los peledeistas y quizá del mismo Bosch, demostró en su práctica de 53 años de poder -31 como títere del tirano Rafael Trujillo y 22 como déspota ilustrado y neotrujillista en el poder directo- que no tenía el menor aprecio ni respeto por el pueblo.

“Pan y circo”, decía la práctica política del caudillo, lo que se veía en las calles durante sus gobiernos; envilecimiento de las diversas capas socioeconómicas con una política de corrupción sin descanso en sus largos y amargos años de poder.

¿Para qué quiere el presidente y candidato Fernández cuatro años más en el poder?

De entrada, no serían sólo cuatro más porque desde el 17 o 18 de mayo en que se diera a conocer un triunfo suyo, sus esfuerzos como jefe único del gobierno, del partido, del congreso y de los municipios se orientarían a establecer esa imagen de jefe único de todo y todos.

Y sin necesidad de persecuciones, encarcelamientos, deportaciones y asesinatos –los tiempos no los aceptan y recomiendan a los déspotas en ciernes otro método más sutil, menos escandaloso y de apariencia democrática.

Entre 1996 y 2000, desde el poder, el hoy presidente y candidato reeleccionista realizó sin traumas el tránsito hacia él del liderato de Bosch, lo que confirmó en el cuadrienio siguiente, en que debió hacer oposición y no tuvo que hacerla, gracias a que el entonces presidente Hipólito Mejía se encargó de hacerla por él, contra sí mismo y el Partido Revolucionario.

Desde agosto del 2004, el presidente y candidato Fernández consolidó su jefatura sin discusión en el PLD, eliminó con muy malas artes a Danilo Medina en el congreso elector, confirmó su jefatura del Estado y ha convertido a su gabinete y a los dos o tres altos dirigentes que no tienen puestos en una corte de alabarderos y turiferarios que no se atreven siquiera a pensar en disentir del presidente, candidato, jefe del gobierno, jefe del partido, jefe del congreso y jefe de los municipios.

Ahora, bien, contar con que “al malcomío no piensa” equivale a desconocer que “debajo de cualquier yagua vieja sale tremendo alacrán” y a pensar que todos los electores a los que la campaña reeleccionista llama a favorecerla son secretarios de Estado o altos funcionarios con salarios mensuales de más de un millón de pesos y yipetas y gastos de representación que cubran hasta gastos de viajes al exterior y del queridaje.

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