Por: René Mateo - Edafólogo y Educador
La frase de que “la historia no se repite dos veces a menos que no sea una vez como tragedia y la otra como farsa”, cobra vida con las tormentas Noel y Olga que recientemente azotaron la nación dominicana. Noel nos dio en la cara, exponiendo lo que somos: un país cuyas riquezas están en manos de una minoría privilegiada, la cual aprovecha el silencio, la corrupción y la falta de sensibilidad de los gobiernos de turno para, en asociación, condenar a las mayorías a vivir en condiciones infrahumanas.
En ese orden, el acaparamiento de las tierras aptas para producir bienes y servicios, como la construcción de viviendas dignas y seguras por parte de esa minoría, obliga a los menos privilegiados a construir casuchas en áreas vulnerables, a las orillas de los ríos, cañadas y riachuelos, corriendo el riesgo de ser afectados por fenómenos naturales que generalmente devienen en desgracia.
La región del Cibao acaba de sufrir una gran tragedia, la cual, una vez más, pone en entre dicho la capacidad de reacción gubernamental frente a tales fenómenos naturales. Esta tragedia sólo viene a distanciar aun más esta región del presidente Leonel Fernández y su equipo -electoralmente hablando- cuya valoración del desempeño de su gobierno en todas las encuestas realizadas en la misma, refleja un alto grado de rechazo a la política oficial.
La Tragedia
En la madrugada del miércoles 12 de diciembre del 2007, las aguas almacenadas en la presa de Taveras, unos 173 millones de metros cúbicos, fueron liberadas de manera irresponsable y criminal, después de una decisión arbitraria y unilateral de los ejecutivos de la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE).
Esta medida sembró la muerte y la destrucción en todas las comunidades ubicadas en la cuenca media y baja del río Yaque del Norte. Al momento de redactar este artículo, el balance de la tormenta se resume en 22 muertos, 6,000 refugiados, mientras que al menos 60 comunidades del noroeste y el noreste continúan incomunicadas a causa de las lluvias y al desbordamiento -causado por el desagüe de la presa- de los ríos Yaque del Norte y Yuna; en esa zona, cerca de 60 mil personas fueron evacuadas.
Como es sabido, en condiciones de emergencia, el manejo de las presas es una responsabilidad del Comité Nacional de Operación de Embalses, bajo la coordinación del Comité Nacional de Emergencias (CNE).
¿Cómo se originó la tragedia?
Cuando las autoridades de la Dirección de Empresas Dominicanas de Generación Eléctrica se negaron a poner en funcionamiento el Manual de Operaciones, en respuesta a un boletín de la Oficina Nacional de Meteorología advirtiendo la formación del fenómeno atmosférico, el que para esa presa, implica iniciar el desfogue inmediato de un caudal de 500 metros cúbicos por segundo, 48 horas antes de la llegada del fenómeno.
¿Por qué se opusieron?
Sencillamente por razones económica. Esta presa aporta unos 96 Megavatios al sistema eléctrico nacional, para lo cual sólo necesita un caudal de 100 metros cúbicos por segundo; es decir, ellos calcularon que no sólo estaban desperdiciando 400 metros cúbicos por segundo sino, que corrían el riesgo de salir de operación una vez que la altura del agua estuviera por debajo de la altura de la toma de la hidroeléctrica.
Una pregunta que se plantearon estos funcionarios especialistas en cobro compulsivo [entiéndase bien: en gravar con impuestos hasta la respiración] fue la siguiente:Y si el fenómeno se disipa o no toca territorio dominicano, ¿cuánto tiempo tendremos que esperar para alcanzar la cota y/o altura de agua necesaria para generar electricidad de nuevo? Como hemos podido observar amigo lectores, el interés comercial de unos pocos se interpuso al interés nacional y consecuentemente, la muerte y la destrucción se hicieron presentes.
La Justificación
El gobierno, con el apoyo del auto-censurado “Cuarto Poder” ha iniciado una campaña de mentiras y “medias verdades” para justificar su ineptitud. Héctor Rodríguez Pimentel, un tránsfuga político e ingeniero químico que a cambio de su doblez partidaria y apoyo a la reelección, recibió el “premio” de dirigir el Indrhi, sabe de hidráulica amigo lector, lo que sabe usted de física nuclear.
El susodicho ingeniero, declarándose vocero del grupo que suplantó su rol en el Comité Nacional de Operación de Embalses, miente al decir que se hizo lo correcto, pero que la intensidad de la tormenta obligó a liberar más agua de la establecida en el Manual de Operación de Embalses, ya que la tormenta produjo unos 340 milímetros de lluvia en 24 horas, lo que acaba de ser desmentido por la NASA, la cual mostró el sábado 15 de diciembre una imagen de satélite estableciendo que solamente recibimos unos 75 milímetros de lluvia.
Pero además, confunde a la nación al señalar que si se liberaba un caudal de 900 metros cúbicos por segundo, como sugirieron los expertos, esto iba a producir un volumen de agua en cuatro horas, igual a 3,424 millones de galones, capaz de borrar a Santiago, La Vega, Montecristi y Valverde, pero él se contradice cuando en declaraciones anteriores reseñadas por la prensa escrita, había afirmado que se desaguaron 14,400 millones de galones entre las 11 de la noche del martes y las tres de la mañana del miércoles [4 horas], un volumen de agua tres veces superior al volumen que produciría el desagüe de 900 metros cúbicos por segundo durante las mismas 4 horas y las ciudades mencionadas no fueron arrastradas. Como ven amigos lectores este es un gobierno de mentirosos, incapaces y granujas, que siempre apuesta a la supuesta estupidez del pueblo dominicano y a su alegada práctica de “olvidarlo todo en treinta días”, según sostienen los más connotados “ideólogos” peeledeístas.
El desenlace
La espera alevosa por parte de los ejecutivos de la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales [CDEEE] y la complicidad irresponsable de las demás autoridades del CNE, provocó que el desfogue de la presa se hiciera a última hora, lo que implicó liberar un caudal de emergencia superior a los 6,800 metros cúbicos por segundo, calculado a través de la capacidad de vertido de las seis compuertas de la presa, las cuales se abrieron al mismo tiempo para verter dichas aguas a un río cuyo caudal promedio es de unos 260 metros cúbicos por segundo, sabiendo que éste no tiene la capacidad para contener en su margen esta enorme cantidad de agua.
La historia de más de 20 muertes, 6000 refugiados, 60,000 evacuados, así como pérdidas multimillonarias a la agricultura, el comercio y a la propiedad en general, penderá como la espada de Damocles, en la cabeza del gobierno del presidente Leonel Fernández.
Conclusión
El presidente Fernández para justificar y evadir la responsabilidad de sus ineptos funcionarios, culpa por la tragedia al “calentamiento global”. El estudioso presidente de la globalización, ignorante de la realidad nacional, desconoce que en el país, las mediciones hidrológicas de los últimos 40 años muestran que en República Dominicana recibimos todos los años exactamente la misma cantidad de lluvia [1500 mm].
El erudito presidente no sabe qué hacer, ya que ni siquiera se da cuenta de las tontas respuestas que viene dando y se empecina en hacer el ridículo para tapar a sus funcionarios criminales, haciendo abstracción de la realidad que indica que estos fenómenos nos seguirán golpeando. Su proyecto reeleccionista no le permite mandar a los ineptos a la casa ó a la cárcel que sería lo correcto; ellos son parte del negocio.
domingo, diciembre 23, 2007
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