miércoles, agosto 22, 2007
La columna de Miguel Guerrero
Por Miguel Guerrero / El Caribe
El embajador Miguel Mejía le ha informado al país que el financiamiento otorgado por el gobierno de Hugo Chávez, su amigo personal, en las compras de hidrocarburos a Venezuela podría estar subordinado en el futuro al ingreso dominicano al ALBA.
Como se sabe, a esta propuesta de integración “bolivariana”, todo en esta nueva era venezolana se llama de esta manera, ya forman parte Nicaragua, Bolivia y Cuba, gobernados por líderes muy afines a él.
Tal posibilidad podría dejar al presidente Leonel Fernández en una difícil encrucijada, por cuanto pudiera ser que esa afiliación entre en riña con el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, y no precisamente por el gobierno norteamericano.
Chávez ha criticado muy acremente a otros gobiernos latinoamericanos por sus acuerdos de libre comercio con Washington y aunque no ha sido ese el caso con Fernández, los consumidores dominicanos sufrieron ya durante el gobierno de Hipólito Mejía las consecuencias de oponerse a sus deseos.
Nadie podría estar seguro de que no vuelva a ocurrir lo mismo en la eventualidad de que el gobierno actual prefiera dejar las cosas como están.
Obviamente, Fernández deberá manejarse con mucho tacto, porque en la eventualidad de que una cosa sea incompatible con la otra, tendría que decidirse por el financiamiento de Petrocaribe, que le significan alrededor de 400 millones de dólares al año, a costa de aumentar la deuda externa, o por los afectos de su principal socio comercial, a donde va el 80% de nuestras exportaciones, y de donde proviene gran parte de la ayuda técnica y económica, la mayor cantidad de turistas y las remesas que mantienen la estabilidad de cientos de miles de hogares dominicanos.
Un escenario posible muy delicado, y no deseable, que requerirá de toda la habilidad diplomática del jefe del Estado y de su capacidad para navegar en esa clase de aguas procelosas.
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