La columna de Miguel Guerrero

Por Miguel Guerrero / El Caribe, Matutino Dominicano

El presidente Fernández ha anunciado nuevos cambios en la administración pública tan pronto como el país superara el peligro del paso del huracán Dean, el primero de la temporada ciclónica.

Es posible que al publicarse esta columna ya algunos de esos cambios se conozcan. Las expectativas sobre remociones en el gabinete suelen entretener al público y los mandatarios aprenden a valerse de ello para ganar tiempo y superar el hastío que las letanías retóricas de muchos de sus miembros producen en el ánimo de la población.

Tenemos varios ejemplos de esa clase de políticos que al ocupar una alta posición en el Gobierno se creen de pronto dueño del país o enviados celestiales con una misión divina en la tierra.

De nada sirven los cambios en un gabinete y en otras esferas oficiales, si los mismos no van acompañados o suponen modificaciones en la conducción del país o en las políticas gubernamentales.

Desde ese punto de vista, buena parte de la nación no se hace muchas ilusiones, debido a que estamos ya, aunque extemporáneamente, inmersos en una activa campaña electoral con un Presidente candidato dando señales inequívocas de su intención de subordinar los objetivos nacionales a la suerte de su aspiración de preservar el poder el 16 de mayo.

Cuando se anunció la composición de los equipos de campaña del Presidente, se hizo claro ese propósito, al figurar en ellos todos los jerarcas del partido que ocupan altas posiciones en el tren administrativo.

Este hecho alentó el temor de que en algún momento del proceso el Gobierno pueda quedar parcialmente paralizado a causa de la ausencia de los funcionarios en sus puestos.

La sola presencia de secretarios de Estados y directores generales de instituciones con grandes recursos es de por sí una muestra del uso de los recursos del Estado en actividad proselitista, lo cual supone una ventaja de un candidato sobre los demás.

Miguel Guerrero es escritor y periodista
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