miércoles, agosto 29, 2007

¿Estamos devaluando la profesión?

Servicios Google/El Diario, Ciudad Juárez, Mx.

Luis Ochoa Minjares
Periodista

En los últimos tiempos hemos presenciado numerosas conductas impropias de un comunicador social que se respete a sí mismo y respete su ocupación profesional, tanto en la prensa escrita como en los medios audiovisuales televisivos y radiofónicos, lo que nos mueve a reflexionar y preguntarnos si no estaremos devaluando nuestro oficio.

Por desgracia ninguna profesión como la del periodismo es tan propensa al intrusismo profesional, dentro de cuyas filas resulta fácil colarse a cualquier aventurero sin oficio pero sobrado de audacia, mayormente ahora que la magia de la Internet permite abrir periódicos digitales a diestra y siniestra.Vale la pena pues, reflexionar acerca del tema.

¿Cuál es el periodista profesional? ¿Cómo son los periodistas profesionales? ¿Dónde están y cómo ejercen la profesión del periodismo, entendido como la fase más dinámica y emotiva de la comunicación social? ¿Es acaso periodista todo aquel elemento que se lanza a hacer una publicación o a subir al ciberespacio una página web?Hay muchos que tienen estos medios y sin embargo, su conducta, su actuación y su afán de desinformar y hacer fortuna los coloca muy por debajo del más inmundo de los pasquineros.

El periodista profesional es y debe ser otra cosa muy diferente.El comunicador profesional a veces parece un ente raro frente a un oficio devaluado cuyos perfiles se han perdido transitoriamente erosionados y borrados por el alto grado de descomposición social y corrupción que, fomentada por intereses contrarios al país, corroe los sectores oficial y privado y alcanza al periodismo como institución social.

Por fortuna el periodista profesional tiene plena conciencia de esta crisis, ejerce su misión con base en una vocación y una preparación previa y un constante estudio del medio social en el que se desenvuelve.

La mayoría de los trabajadores de la información, por fortuna también, tienen claro que los medios de comunicación son verdaderos instrumentos del cambio social informando, orientando y educando cuidadosamente a sus lectores.

Y ocupan un sitio de primera fila en la batalla permanente contra la corrupción donde quiera que se presente.

El comunicador profesional apoya toda reforma legal que tienda a dar vigencia al derecho a la información para que ese derecho deje de ser un lirismo romántico, un tema trillado en discursos y se transforme en un derecho constitucional vigente.

No olvidemos que el ejercicio del periodismo profesional contribuye a apresurar el advenimiento de un sistema democrático cada día más perfectible en el que los gobernantes informen a sus gobernados no como favor del poderoso, sino como el cumplimiento de una obligación jurídica y social.

En la actualidad el comunicador social es pieza clave en los esfuerzos para combatir la impunidad y la corrupción, porque estos vicios no anidan solamente en el sector público, sino que afectan a los mismos organismos populares y alcanza al periodismo como institución social.

Frente a los vicios y libertinajes que amenazan la seriedad de la comunicación social, tal vez convenga tener presente que el periodista profesional es aquel que tiene como misión central defender el prestigio de su profesión de todas aquellas acechanzas que pretenden devaluarla.

Los comunicadores sociales que honran su oficio y actúan profesionalmente, son aquellos que con sus mensajes cotidianos contribuyen a fortalecer la conciencia analítica de sus lectores.

Los periodistas de oficio son aquellos que vinculan a sus lectores con la realidad imperante y favorecen su desenvolvimiento individual y que se esfuerzan por despertar los mecanismos de defensa y manifestación crítica. En fin, los que alertan a la opinión pública contra la manipulación de la información.

Por lo demás, veamos estos resbalones involuntarios que se han dado en algunos medios de información como prietitos del mismo arroz que se irán eliminando paulatinamente.

Hagamos hasta lo imposible para evitar la devaluación del oficio más dinámico y apasionante del mundo.

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